Amablemente se solicita a quien corresponda que para Santos, sea benévolo el año que está por iniciar.
Bien pudimos observar que al equipo lagunero no le ha sonreído la efectividad como equipo ni la simpatía de su gente.
Es por eso que se solicita una reconciliación urgente que modifique las relaciones aunque el panorama no ofrezca datos precisos para estimar la presencia de lo positivo.
Cada día que pasa, el desánimo es mayor porque los recursos son escasos y las decisiones apuntan hacia el vacío.
Por más optimistas que pretendan ser las intenciones, no se aprecia que eso aterrice en un torneo digno.
Torneo digno es una expresión que tenemos que acuñar a la historia de este Santos alejado de los resultados agradables.
Es deplorable llegar a donde hoy se ubica el club lagunero teniendo a escasa esperanza de verlo mejor.
Es incómodo y hasta aventurado poder hacer un recuento agradable del Club Santos en sus años recientes. No es pesimismo engendrado; es una ingrata realidad ya insostenible de la cual todo el país da fe.
Es un equipo e institución que ya se presta a la burla.
Fea cara ofrece el Santos al país; esto duele y es denigrante. No es exageración. Es una verdad que con buen ánimo tenemos la necesidad de aceptar y admitir.
¿Quién podrá modificar este escenario que tantas satisfacciones provocó a La Laguna?
Parece que no existe la fórmula secreta para ofrecer nuevas y esperanzadoras caras. Es la tarea.