Hubo un tiempo en el que los extraterrestres eran demasiado selectivos, en esos años maravillosos, sólo acostumbraban secuestrar (abducir, dicen los legos) drogadictos, alcohólicos y uno que otro orate de medio tiempo. Los extraterrestres de entonces hacían algunos experimentos con esos especímenes y luego los devolvían a su planeta para que fueran a esparcir las buenas nuevas. Sin embargo, hace unos días nos enteramos que el gobierno de los USA tiene algunos restos de naves alienígenas y, además, también posee algunas muestras, supongo que se refieren a cadáveres o despojos, de lo que alguna vez fue vida extraterrestre. Lo que llama la atención de la opinión pública, fue el hecho de que el funcionario que reconoció la existencia de tales evidencias frente a los congresistas gringos, lo hiciera bajo juramento. Este hecho provocó una especie de súbito fervor alienígena y una multitud exigía que el nombre de don Jaime Maussan se escribiera con letras de oro en los anales de la ciencia mexicana. Ya lo querían hacer director de lo que fuera el Conacyt, que ahora se llama Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías Conahcyt, alguien incluso sugirió que se le añadieran las siglas VE, por aquello de Vida Extraterrestre a la prestigiosa institución. Imagino que la primera decisión de don Jaime, sería crear una beca para el sesudo estudio del fenómeno ovni. Estos súbitos conversos a la nueva verdad extraterrícola, se olvidan que en el mismo recinto, o en uno parecido, un general gringo aseguró que Sadam Hussein tenía armas suficientes para destruir el planeta entero. Se les olvida también que, cuando los gabachos han necesitado mentir para salirse con la suya, lo han hecho sin pudor. El que no me crea, le puede echar un vistazo al ya clásico libro de Tim Weiner, “Legado de cenizas”, libro que ganó un premio Pulitzer y en el que narra bellamente las linduras cometidas por la CIA en el mundo entero. Lo que resta averiguar, es el embrollo que los funcionarios gringos desean ocultar con esta espesa cortina de humo.
Todos tenemos un ufólogo entre nuestros familiares y conocidos, los que yo conozco no destacan por sus luces, aunque son buenas personas y no se meten con nadie, igual que el señor Maussan. Por si las dudas, yo estoy practicando mis mejores pasos del ritmo ri-ca-chá, que es como llaman en Marte al chachachá.