Política

¿Qué pasará con los priistas?

Una preocupación legítima que no me deja conciliar el sueño es el destino que tendrán los pocos priistas que aún quedan en este país ingrato.

En principio se me ocurre que bien podrían ser declarados una especie en peligro de extinción y, posteriormente, como tal ser incluida en el catálogo en el que se encuentran aquellas especies que deben ser protegidas, tal como se ha hecho con la vaquita marina. Algunos sabios consideran que esta crisis sólo es una más de las que ha enfrentado -y superado- el que fuera el partido político más poderoso de nuestro país. Sin embargo, hay otros sabios que aseguran que estos achaques son los propios de un cadáver que no se ha dado cuenta que ya está muerto.

Hubo un tiempo en el que una de las vías más seguras de ser alguien en esta maltratada patria era afiliándose al revolucionario institucional. Ahora parece que sucede exactamente lo contrario, quien quiera mantenerse vigente en el negocio de la política debe renunciar al partido de la revolución institucionalizada. Hace 5 años al PRD le pasó algo parecido, por razones distintas y, sin embargo, los afamados chuchos siguen ahí con el mismo entusiasmo y la misma enjundia de aquellos jóvenes que alguna vez fueron. Esos no me preocupan, los que me tienen con harto pendiente, son los del institucional al que me he referido antes. ¿Qué haremos con esos benefactores de la patria que siguen con vida institucional?

En algún lugar del este país, por ejemplo, Atlacomulco, podría establecerse una especie de santuario en el que todos aquellos priistas que perviven puedan ser atendidos y cuidados como se lo merecen.

Otra opción sería organizar un Teletón en el que se les atendiera y capacitara para poder vivir en un entorno que no parece ser del todo propicio para su sobrevivencia.

Quizá podríamos congelar algunos ejemplares para que las generaciones futuras, dado el caso, los regresen a la vida con el fin de poder estudiarlos y, de este modo, puedan entender muchas cosas de esta realidad desconcertante. Seguramente les gustará saber cómo hicimos los mexicanos para no llegar a ningún lado, a pesar de que en verdad nos esforzamos.

Sin embargo, es probable que las cosas no estén del todo perdidas para esta especie, pues cabe la posibilidad de que su material genético habite ya en aquellos que ahora rigen nuestros destinos. Del mismo modo que el Neandertal habita en nosotros.

Por lo tanto, no acudimos a extinción alguna, sólo se trata de una simple evolución, necesaria precisamente para la sobrevivencia.


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Juan Casas Ávila
  • Juan Casas Ávila
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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