Creo que la marcha del domingo pasado, para que el INE se quede como está, ha roto ya varias marcas en nuestra historia reciente. Es la mayor marcha de esta oposición, como ahora la conocemos, ese frente amplio que se reinventa o se recicla cada ocho días. Es probable que mientras tecleo estas líneas apresuradas, ya estén armando alguna otra organización que se sume al cúmulo de asociaciones que buscan conducirnos a la felicidad, a pesar de nuestros pecados populistas.
Una marcha sumamente extraña. Gente que realmente camina poco se puso a caminar y a decir, mientras andaba, que el país estaba cambiando en ese preciso instante. Según sus consignas, cada pasito que ellos avanzaban, la patria se iba acercando un milímetro más a la verdadera democracia.
¿Por qué se esperaron tantos años? En esta lógica extraña los violadores de la democracia son quienes ahora buscan resarcirla. Quizá son como el pecador que se convierte a una nueva fe y busca redimirse. Asqueados de los delitos que cometieron, y convertidos en ovejas, han regresado al redil.
Ambos bandos creen a pie juntillas aquello de que la política es el arte de las percepciones, ambos saben también que una elección no se gana con las apariencias, y que la bandera que lograron izar el domingo pasado no les alcanzará para que termine su pesadilla, pero por algo se empieza. Quizá por eso la importancia súbita de la numeralia, la guerra de cifras de los que aseguran haber contado a cada uno de los asistentes en el “histórico evento”. Las cifras son verdaderamente disparatadas y van desde los 20 mil asistentes, que contó el señor Batres con el infalible método del “buen cubero”; hasta los 900 mil que calcularon mis tías panistas, con una extraña metodología que se inventaron mientras veían su noticiero favorito. Yo no me animé a contradecirlas porque las quiero demasiado y porque, además, una de ellas prepara unos excelentes chongos zamoranos, que pienso seguir degustando cada vez que la ocasión sea propicia, tal como lo fue la aciaga tarde de aquel domingo 13. ¿Para qué discutir? Si en este circo pletórico de deformidades, los que se odiaron durante la víspera marcharán juntos por la mañana.
Juan Casas Ávila
Twitter: @contraperiplos