Política

Claroscuro

Un lugar común, muy en boga por estos días, cita pomposamente a Antonio Gramsci y afirma que lo nuevo no ha terminado de ser parido y que lo viejo se niega a morir definitivamente y en el consecuente desorden que provoca esta indefinición, en la salvaje pugna entre las dos fuerzas que se enfrentan, aparecen los oportunistas, generalmente muy activos y con mucho poder, y arman su desmadre.

Claro que el enorme Gramsci no hablaba de oportunistas, ni de desmadre; más poético y preciso, el italiano habla de un claroscuro. Lo cierto es que el mundo rechina terriblemente como si de un momento a otro pudiera venirse abajo con todo y eso que con orgullo llamamos civilización. Si no fuera porque conozco demasiadas versiones del apocalipsis que se nos avecina, estaría escondido en el sótano de mi casa; sin embargo, estoy curado de espanto, además mi casa carece de sótano, eso no significa que yo crea que la situación no es grave, claro que lo es, pero creo que al final la remontaremos. Aunque a veces me invade el desconcierto, debo reconocer que este mundo es infinitamente más interesante que el aburrido cascarón en el que crecí y me desarrollé como persona.

Hay cosas que eran tan normales hace, digamos, escasos cinco, seis, años y que ahora son cosas completamente muertas. Una de ellas es la parafernalia que seguía a los poderosos dondequiera que se movieran. Uno sabía que algún “pesado” andaba por tu barrio porque aparecían, de la nada, unos extraños tipos rapados, metidos en trajes oscuros, dentro de los que sus portadores parecían demasiado incómodos. Espero que esas caravanas de ostentación y prepotencia se queden donde están ahora; sin embargo, ahora son otros los que ostentan y otros los que nos intimidan.

¿Cuántos oficios han muerto con el advenimiento de esta nueva realidad? ¿Cuántos nuevos oficios aparecerán por estos días? Mis alumnos antes querían ser ingenieros, ahora quieren ser influencers. A veces pienso que ese viejo orden ya está muerto y estas cosas terribles de las que nos enteramos sea el aroma de la putrefacción, quizá sólo nos falta enterrarlo, lo más hondo que se pueda.

Juan Casas Ávila

Twitter: @contraperiplos

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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