Unidas durante dos décadas, las carreras de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo recorrieron la historia del futbol causando un impacto atronador: rompieron todas las marcas, compitieron en todos los campos, ganaron todos los torneos y acumularon la mayor cantidad de Balones de Oro que se haya visto jamás.
Estos enormes jugadores dominaron el futbol espalda con espalda convirtiendo su rivalidad en una de las más apasionantes del deporte mundial, a cada victoria de Messi, correspondía una de Cristiano, y cada título de uno, funcionaba como aliciente para el otro. Sin proponérselo, ambos futbolistas provocaron combustión en las redes sociales y la prensa mundial, dividiendo opiniones como ningunos competidores lo habían hecho.
Se crearon bandos, se identificaron seguidores y defensores del argentino o el portugués, se inventaron polémicas, se desataron discusiones, se enfrentaron medios, se rompieron amistades y se calentaron los humos cada vez que el tema sobre quién era el mejor, se ponía sobre cualquier la mesa. Incapaces de convencerse, respetarse y reconocerse los unos a los otros, los “cristianistas” y los “messistas” desataron una guerra santa en internet que ha durado años, dejando muchos amigos y relaciones por el camino.
Por alguna razón, y después de tantas batallas inútiles dedicadas a la memoria de esta dupla de atacantes, ambos bandos decidieron que el Mundial de Qatar 2022, sería la última trinchera para defender el sitio. El resultado final ha sido demoledor: Messi, levantando la Copa del Mundo, único trofeo que le faltaba a los dos, acabó con la guerra, la discusión y la disputa. Queda una sensación de angustia por cómo ha terminado todo esto: Messi se encamina a ganar su último Balón de Oro, y a firmar su último gran contrato en la élite con el PSG. Cristiano, en cambio, alejado del United y arrinconado por su selección, no ha sabido cómo llegar al final.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo