El ciudadano Quiñones. Julián Quiñones, mexicano, ha dado una lección de entereza, educación y madurez a un sector del medio y la afición, mexicanos también, que consideran normal, común y corriente insultar a una persona, acosarla y señalarla por el color de su piel. Julián fue insultado en su país de adopción, lo cual no es más ni menos grave, sino muy triste; porque la familia Quiñones eligió con mucha alegría a México como su hogar, eligió a sus ciudadanos como hermanos y eligió una vida para ser feliz aquí. Como en todo acto de racismo y discriminación no se puede, ni se debe, generalizar, pero es muy preocupante que esto suceda en medio de una rivalidad deportiva de altísima representatividad como un Clásico Nacional; en sentido opuesto Julian, un deportista dispuesto a entregarse por la Selección Nacional, representa mejor a México que el puñado de cobardes que lo agredió y el que los protegió.
Mano de obra. Con un triunfo memorable sobre el Liverpool por cuatro goles a tres en los cuartos de Final de la FA Cup, el Manchester United recuperó uno de sus activos más valiosos, precisamente, la memoria. El partido sirvió para recordar cómo jugaba el antiguo United, pero sobre todo, de qué está hecho: se trata de un club nacido en minas de carbón y forjado en fraguas de acero que tiene prohibido doblarse, entibiarse y rendirse. Con este tipo de materia prima se fabricaban los viejos clubes de futbol, la pregunta no es cuándo se fundó un equipo tan industrioso, invencible e independiente como el United, sino quién lo fabricó: pues bien, el United fue fabricado por obreros de la ciudad de Manchester que jugaban al futbol. Recuperar la memoria es el primer paso que debe dar un equipo para recordar cómo se debe ganar. La clase de triunfos a los que nos tenía acostumbrados el Manchester United es una de las grandes patentes británicas en la historia del futbol mundial.
