El Viernes Santo de 2015, o sea hace tan solo un año y unos meses, el equipo de filmación de Spectre, nuevo avatar cinematográfico del espía británico James Bond (personaje ahora interpretado por Daniel Craig, actor más reciente de los muchos transcurridos en ese papel), estaba, en el Zócalo o Plaza Mayor de la Ciudad de México, no solo registrando escenas para dicha película, sino además, ¡oh!, nada menos que fundando, así, en unos pocos días, una "milenaria tradición mexicana" que vino a concretarse en el Día de Muertos de noviembre de 2016.
El cronista se rasca el entrecejo y se pregunta cómo es posible tal aparente cronología delirante que triunfalmente fue trasmitida por canales de televisión o de radio y ratificada por medios de letra impresos, pero el hecho es que un muy multitudinario desfile de muertos, de fantasmas, de esqueletos, de calacas Catrinas, de vampiros folclóricos y otros entes fantásticos y lindamente tenebrosos, recorrió hace un par de días las calles y avenidas de la Ciudad de México y se concentró en el Zócalo, es decir, la Plaza Mayor de la ciudad capital del país (a la cual, por cierto, el cronista difama apodándola Esmógico City).
Pero que nadie se escandalice porque tal añeja "secular tradición nacional" haya sido inventada por el aparato industrial del cine. ¿Acaso el mismísimo cine mexicano no ha inventado, fundado y casi consagrado ciudades y pueblos de México enteramente habitados por charros (todos empistolados), mariachis, chinas poblanas, señoritas románticas (enamorables tras las rejas), toreros y guitarristas y tenores rancherísimos y cantantes bravías, y otros y otras, que dedican sus vidas, y paralelos ocios, a florear la riata y dar y recibir serenatas y echar gritos y canciones a sus localidades natalicias, etcétera?
Así que válgase el derecho a inventar y fundar en pocos días seculares tradiciones nacionales, y que no se molesten los tradicionalistas a ultranza porque el britaniquísimo fundador James Bond (ahora Daniel Craig) venga a equipararse con el mexicanísimo y fundador Charro Cantante e Inmortal (siempre Jorge Negrete).
Despues de todo, es bueno haber presenciado el nacimiento de una tradición, sea fresca o polvorienta...
Y los tradicionalistas a ultranza deben saber que los orígenes de las viejas tradiciones nunca han dejado de ser inciertos y a veces contrarios a lo que se creía. Un día quizá se descubrirá que Jorge Negrete tenía un ancestro british y James Bond un tatarabuelo totonaca.