Es terrible lo que ocurre. Las personas desaparecen dejando atrás una estela de dolor, sin que las estructuras institucionales se conmuevan o se comprometan en su búsqueda. Son tantos los desaparecidos (casi tres mil sólo en Jalisco) que uno más ya no parece conmover a los responsables de brindar protección a la sociedad
Tal es el caso de un joven de 22 años, Luis Antonio Santoyo Márquez, quien el jueves 21 de abril salió a las seis de la tarde de su domicilio en la colonia El Tizate para dirigirse a recoger a su esposa, que se encontraba a unas cuadras de ahí, sin llegar nunca a su destino.
Los padres del muchacho, su esposa y sus dos pequeñas hijas, continuaban esperando hasta ayer alguna noticia que abra de nuevo la luz de la esperanza. Pero ya las autoridades ni siquiera reciben a la madre. ¿Para qué, si no tienen novedades?
La tragedia que viven los parientes de Luis Antonio es similar a la de miles de familias que buscan a sus seres queridos, sin resultados. México, han dicho los voceros de organismos internacionales como las Naciones Unidas y la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, es un país peligroso porque las bandas de delincuentes están coludidas con políticos de altos niveles.
Y nosotros, la gente común, nos miramos a los ojos con impotencia. No sabemos qué puertas tocar, a dónde ir, qué caminos recorrer para evitar que esto ocurra. La búsqueda de las personas desaparecidas comienza hasta 48 horas después de su extravío ¡Demasiado tarde! Y luego son tantos los perdidos que es difícil buscarlos. Tampoco parece existir la determinación de dar con ellos, como lo ha demostrado el caso de Veracruz, donde, hace menos de un mes, un grupo de buscadores de desaparecidos, integrado por una treintena de familiares, descubrió encerca de tres semanas los restos de más de 500 personas sacrificadas, depositadas en distintas tumbas clandestinas ¿No podrían haberlo hecho la procuraduría estatal o la fiscalía federal?
Y ni qué hacer. Los ciudadanos se ven sin posibilidades ante la realidad de los hechos. La alerta ámbar, creada para buscar a menores, ya no se ha activado, pese a la desaparición de varios jóvenes.
Por lo pronto, cualquier dato sobre Luis Antonio Santoyo Marques lo agradecerá su madre, la señora Edith Marques, en el teléfono 3318871561. Dios quiera que el muchacho regrese, pese a la indiferencia oficial.