En los artículos de las 2 pasadas semanas hablábamos del coraje y el miedo como ingredientes importantes para definir el voto por un candidato u otro.
Hoy hablaremos de “el agrado” como tercer sentimiento.
En muchas ocasiones el factor fundamental para ganar una elección se basa en un elemento que muchos dan por descontado. El candidato. Nada puede remplazar a un buen candidato.
Si tenemos uno, es casi probable que la elección esté ganada, si en cambio es malo, es difícil ganar, por mucho miedo o coraje que se logre vender al electorado.
Existen algunas excepciones, por ejemplo, existen ciudades donde hay partidos que cuentan con estructuras muy definidas y se combina con una elección de poca participación, elecciones donde se definen cargos que el elector no entiende, como diputados, en estos casos, la estructura es la estrella de la película.
Sin embargo, mientras más hablemos de elecciones que afecten al metro cuadrado del ciudadano, es más importante el candidato.
Ahora ¿que define entre un buen candidato y alguien que no lo es?, lo primero que tenemos que entender es que el candidato es un personaje de la realidad y no existe un modelo ideal para todos los lugares y todos los tiempos.
Me encontré hace algunos años en sesiones de grupo, que la gente rogaba por un candidato “serio y formal” porque habían tenido malas experiencias con los “alegres y bailadores”, las coyunturas definen los tipos de candidatos que la gente en ese momento justo está necesitando.
En muchas investigaciones que hemos hecho a lo largo del tiempo, lo primero que se busca es entender los sentimientos de los electores hacía el candidato, para que el candidato gane, más allá de que tenga buenas o malas propuestas, es importante conquistar el corazón de estos.
Las propuestas son muy importantes para una ciudad, pero son de muy poca importancia para conseguir votos. Buenas ideas, pero antipático es un mal pronóstico.
El factor fundamental desde mi punto de vista al momento de evaluar a un candidato es “su credibilidad”, la credibilidad es todavía más importante que la personalidad, , si el candidato dice que va a trabajar muy fuerte pero en su identidad manda una imagen de flojera es probable que el electorado con su fino olfato no le crea, a la larga todas las campañas del mundo se basan más o menos en lo mismo, “vamos a dar más empleo”, “vamos a combatir la inseguridad”, “terminaremos la corrupción”, la diferencia entre muchas de las campañas, está en quién dice el mensaje y cómo lo dice.
Si el mensajero tiene credibilidad y además cae bien se da una combinación poderosa.
Es importante para nosotros como ciudadanía empezar a ver a los actores que van a competir, ver sus historias y en función de sus historias analizar los sentimientos que provoca en mí, algunos pueden provocar miedo, algunos otros coraje y otros agrado.
Esto dependerá que tanta confianza me da su mensaje y esto está basado en su historia y trayectoria.