Política

El dilema: lo socialmente aceptado contra lo necesario

En el 2012 la Comarca Lagunera se convirtió en el epicentro de la violencia en México. 

En junio y julio se hablaba de 120 asesinatos en cada uno de estos meses, según la Procuraduría de Justicia en Coahuila y la Fiscalía de Durango.

Este fenómeno generó cambios importantes en la conducta de la sociedad. 

A los que nos tocó vivir esas épocas recordamos con temor y tristeza estar encerrados en nuestras casas cuidando de no ser parte de un incidente relacionado con la delincuencia.

Justo en esos meses, el Subsidio para la Seguridad en los Municipios (SUBSEMUN), organismo creado para fortalecer el desempeño de las funciones de seguridad pública de los municipios, identificó que, a pesar de que las personas se encontraban en casa y no salían a divertirse a centros de entretenimiento como bares o discotecas, se mostraba un incremento importante en el número de accidentes viales, sobre todo entre los jóvenes, con lamentables consecuencias, muchos de ellos.

En ese tiempo, a mí empresa, le tocó la suerte de participar en una serie de estudios sociales para determinar las razones de este incremento tan importante.

Recuerdo haber hecho reuniones con paramédicos de la Cruz Roja, varias sesiones de grupo con jóvenes, foros con el Consejo de Vialidad de la ciudad y un estudio cuantitativo, bastante amplio, para entender las razones de éste fenómeno social.

Los hallazgos fueron contundentes. 

El hecho de estar en casa no necesariamente generaba que los ciudadanos, particularmente los jóvenes, no buscaran el entretenimiento y la diversión inherentes a su edad.

La inseguridad hizo que cambiaran sus rutinas, en lugar de salir a centros nocturnos; las casas y quintas se convirtieron en la alternativa, sin embargo, la salida a estos lugares tenía impactos negativos.

Entre los hallazgos que observamos fueron que al hacer las fiestas en las casas, existía la oportunidad de que menores de edad participaran en estas reuniones, y ellos tienen menor tolerancia al alcohol. 

Entre los resultados también se detectó que los jóvenes imitaban conductas de consumo explosivo de otras partes del mundo, acelerando su intoxicamiento.

Todo esto, sin una adecuada supervisión de los padres dueños de casas, generaba que los jóvenes se retiraran de las reuniones en estados inconvenientes, y más temprano que de los centros de entretenimiento.

La ausencia de elementos de seguridad en las calles, derivado de la inseguridad, y las avenidas completamente solas, combinado con automóviles conducidos a alta velocidad por menores de edad alcoholizados, generaba estos resultados desastrosos.

En esos años, observamos que la aplicación de alcoholímetros podía llegar a ser una buena herramienta para hacer que las calles no fueran pistas de alta velocidad y orillar así a los jóvenes a buscar calles alternativas en las que tuvieran que reducir la velocidad.

Hoy en 2021, vivimos un fenómeno similar, la aparición de los semáforos rojos y naranjas derivados de la pandemia del COVID hacen que la convivencia por parte de los jóvenes sea en mayormente en casas; y desafortunadamente, en los últimos días con la retirada de los operativos anti-alcohol en algunas ciudades hemos visto casos de accidentes con consecuencias fatales, que me hacen recordar ese 2012 tan lamentable.

Es importante para todos nosotros recordar ¿de dónde venimos?, ¿Qué hemos hecho bien en tiempos pasados? y ¿Qué debemos seguir haciendo? Porque de ahí viene la mejora de las ciudades. 

No caigamos en el error de cuidar la imagen pública evitando acciones que, a pesar de no ser las más populares, son necesarias para poder llevar el orden y cuidar los jóvenes nuestra región.

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Jorge Reyes
  • Jorge Reyes
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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