Los días recién transcurridos en el azaroso devenir del cotidiano existir, han estado plenos de temas divertidos y merecedores de comentarios propicios para el análisis y la reflexión:
El proyecto para un museo en el Centro de Zapopan –que siempre sabe fallar– y que debería ser un espacio verde de privilegio ante las carencias que padecemos y adolecemos en cuanto a espacio público de calidad.
La puesta en marcha de la venta de los departamentos en la Villa Panamericana, de la mano de jueces e inversionistas corruptos que medran contra el interés público y el bien común en materia ambiental, aunado a la comisión de un atroz crimen de lesa inteligencia urbanística al solapar los probados actos de corrupción y abusos que les dieron origen y materia.
El absurdo programa para la Verificación Responsable que cancela toda la lógica de la sustentabilidad en tanto es una estrategia recaudatoria que no garantiza la erradicación de la polución, puesto que el tema superior se refiere a la calidad del combustible –altamente contaminante– que nos expenden. La verificación debería ser gratuita, ya lo dijimos hace tiempo en el seno del Congreso de Jalisco. Asimismo cuestiono la estulticia anticonstitucional de coartar el libre tránsito en al interior del estado por vehículos con placas foráneas… ¡Tamaña tontería!
Las inundaciones en lo general, pero… ooootra vez #Zapopanfailforever, que una vez sí y otra vez también, se equivocan en la ejecución de obras de contención hidráulica malechas y que habrían sido la causa de las avenidas y crecientes escorrentías que ocurrieron en el arroyo Seco, mismas que afectaron a muchas familias. Vaya, el origen antropogénico de los males que aquejan a la ciudad y su gente tiene remedio y no es precisamente naranja.
Otro sí: El semáforo rojo. Tema de moda y actualidad que los mantiene aterrorizados. Nos encontramos inmersos en una psicosis social paranoica que impide ver con claridad la inmediatez. No hemos aprendido a convivir con el virus y sus mutaciones. Están sumidos en un estado de sometimiento y obediencia a lo que publicitan algunos medios y las redes sociales que propagan y propalan noticias sobre el Apocalipsis sin ton ni son. Estamos al borde del holocausto en las postrimerías de todo aquello que se llame vida y libertad. ¡Ay de nosotros!
“Quiero decirlo fuerte y claro” citando al clásico: No es con las vacunas ni con el retorno al enclaustramiento y la inmovilidad como podremos resolver la crisis sanitaria y humanística que nos aqueja. La realidad nos demanda cambiar nuestros hábitos y mejorar las costumbres. Debemos optar por una vida sana, plena de optimismo y generosidad, de empatía y compasión. Comer sano, cuidarse, cumplir protocolos sanitarios pero, por favor, dejar de inyectarse un agente activo viral que derivaría en consecuencias y daños colaterales hasta fatales que no vislumbramos. Aún es tiempo para los no inoculados.
Y vaya, no lo puedo dejar de decir: en el debate entre la virtualidad y la presencialidad, en el ámbito educativo, me decanto por la permanencia física en el aula. No somos autómatas ni robots. Apelo al desarrollo humano y al contacto visual y auditivo directo para estar en condiciones de facilitar el proceso de enseñanza aprendizaje que la tecnología nos ha desvirtuado.
Jorge Fernández
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