Hurgar en los confines íntimos de su conciencia es inaplazable. No hay más opción que afrontar con entereza, estoicismo y resiliencia aquello que no comprenden y los agobia. La humanidad se encuentra ahora en una encrucijada sin parangón y navega a la deriva sin rumbo, ni dirección, ni sentido, hacia la isla de ningún lugar. Se han agotado los discursos y se han acabado los recursos.
Nadie está preparado para la incertidumbre o el pánico que les causa el azaroso futuro que les depara el destino y son ahora presa fácil de la angustia. Son integrantes de la legión del miedo a vivir y viven encerrados en la inconsciencia de sus elucubraciones más descabelladas. Son incapaces de imaginar lo que mañana será un pasado apenas perceptible, que se esfuma entre sus pesadillas y se escabulle entre sus ilusiones rotas para disiparse en sueños sin resolver. Ay de ustedes que temen a la muerte y han cancelado su esperanza sin caer en cuenta de que nada hay más terrible que renunciar a la libertad. Sí, esa libertad que les ha sido quitada por quienes conducen sus anhelos y destruyen sus utopías… por aquellos que detentan el poder de ser dueños de sus pensamientos y sinrazones para someterlos al arbitrio de su protervia; que son capaces de trastocar sus realidades para convertirlos en autómatas de sus designios; que son incapaces de profesar serenidad y más, son profetas del desamor y la desigualdad.
Hay de aquellos que no tienen la voluntad, ni la fuerza para levantarse guiados por el lábaro de la integridad y el orgullo por la causa de la dignidad del ser humano; Hay de quienes no tienen las agallas para confrontarse con el lado oscuro de la fuerza, que les ciega el entendimiento y les obnubila la razón para resolver el error lógico que significa asumir, aceptar y acatar, sin restricciones, la implantación del BOTÓN ROJO como símbolo máximo de la sumisión de los espíritus pusilánimes.
El botón rojo simboliza la imposición de caprichos en contra de la dinámica de la vida; representa la nefasta estrategia de cancelación de la prosperidad en aras de una inexacta concepción de la eficacia en la protección de la salud; es signo de desventura económica y garantía de ansiedades sine qua non que derivarán en condiciones de inseguridad social y devendrán riesgos no calculados e incalculables para la tranquilidad pública, traducidos en robos, asaltos y hasta asesinatos, por el sustento.
No, no pueden ni deben estar de acuerdo con el botón rojo. El mensaje supra-simbólico consiste en erradicar la paz social y en crear escenarios de angustia, desesperación y zozobra a efectos de propalar la idea de evitar la proliferación de los contagios por el invento viral del milenio y así aspirar a una profilaxis comunitaria ineficaz. No, señoras y señores, jóvenes y jóvanas: La vida tiene que seguir y deben entender que su propia protección depende de ustedes. Recuerden, la vida fue todo aquello que vivieron antes del COVID… hoy por hoy, la vida es otra y será todo aquello que aprendan a renovar… es bueno que sepan que –como dijera Gabo– morirse es más difícil de lo que la gente cree… ¿Están listos?
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