La Paz nos remite a los argumentos con los cuales la humanidad ha conseguido establecer estados de tranquilidad y desarrollo en beneficio del equilibrio, la equidad y el bienestar común entre los países y su gente. Es la garantía de permanencia de las condiciones de estabilidad y crecimiento que hacen posible el progreso material positivo. Significa el respeto a la voluntad y el derecho de los individuos para acceder a la libertad, la igualdad y la felicidad. Construirla y mantenerla nos acerca a los linderos de la fraternidad universal y nos sitúa en los elevados estadios de la trascendencia civilizatoria.
La prosperidad produce efectos que potencializan la abundancia. Es la causa primigenia de circunstancias y factores que convergen y se confabulan para generar la riqueza material que justifica los afanes humanos por mejorar el entorno material en el que se vive. Alcanzarla sincretiza la afortunada experiencia de conjuntar las aspiraciones con las realizaciones para conseguir indicadores de bienestar que nos motivan a conquistar más altas metas y a superar nuestras limitaciones en aras de incrementar la calidad vital de la existencia. Es adunia que se explica mediante la exégesis de los conceptos relativos a la excelencia para el desarrollo espiritual.
Proxémica nos induce a generar conciencia de nuestra capacidad para reconocernos en el ejercicio de las relaciones que desarrollamos en el entorno y a medir en su justa dimensión las que mantenemos con quienes convivimos. Es la noción de cercanía y proximidad que define el grado de interconexión con el prójimo. Surge desde el más profundo interior y nos eleva al ambicioso estado de crecimiento sostenido en el campo de la dinámica humana que nos enlaza con aspiraciones y deseos, desde el ámbito de lo individual y lo universal a través de lo íntimo, personal, social e incluso el anonimato.
La palingenesia emerge y se manifiesta a partir de la necesidad de regeneración que experimentan quienes, en virtud de su permanente deseo por reinventarse, crean las condiciones para renovar su esencia y elaboran un sofisticado sistema de recreación que involucra la posibilidad de poner en crisis sus capacidades para descubrir y consolidar las más ambiciosas oportunidades. Es el estado catártico que permite reconstruir el nuevo ser para volver a nacer, volver a crecer y volver a creer. Es el talento que se reproduce en el espacio etéreo del retorno al origen por el que fluye el neuma de la vida.
La perfección es la declaración más elaborada y acabada de la excelencia. Se expresa como la praxis sofisticada de la mejor de las facturas, las realizaciones y los pensamientos humanos. Ocurre en sintonía con la idea de ejecutar con armonía y excelsitud las tareas que tenemos encomendadas sobre la base de lo bien hecho. Sin embargo, la paradoja nos permitirá entender que lo bien hecho es quizá, tautológicamente, el peor enemigo de la excelencia, pues nos remite al conformismo y a inopes satisfacciones en la lógica de pretender conseguir la máxima productividad con el menor esfuerzo. Más es siempre insuficiente. JFA
Jorge Fernández Acosta