Año con año la ciudad metropolitana en la que habitamos nos colma de bendiciones. De entre tantas, la que más nos llena de alegría es la lluvia que sabe y suele caer en torrentes con épica sordina. Es tal la abundancia de líquido vital, que no hemos sido capaces de controlarla, ni conducir sus caudales y estamos sometidos a sus presiones y velocidades. El agua fluye a raudales.
A través del tiempo han confluido diversas condiciones y circunstancias que han afectado inadecuadamente la manera en que hemos intentado resolver las inundaciones. No lo hemos conseguido y, al contrario, cada vez con más intensidad y cantidad se incrementan los lugares puntuales en donde el agua se acumula a lo largo y ancho de la mancha urbana.
Hemos cancelado la capacidad permeable del suelo, se han modificado los derroteros de los arroyos, ha ocurrido una indiscriminada proliferación de asentamientos a la vera de los ríos ahora urbanos, el concreto sella el y provoca que el agua busque por donde de correr en volúmenes cuyo caudal avanza a velocidades inimaginables, se ha omitido la generación de áreas arboladas y espacios públicos de terreno para crear áreas para captación e infiltración al subsuelo y los mantos freáticos.
La infraestructura hidráulica ha sido insuficiente y rebasada. No se ha comprendido la lógica sustentada en la mecánica de fluidos. Se han creado escorrentías artificiales y superficiales que evidencian que hemos equivocado las soluciones.
Además, se ha dejado de lado el seguimiento, la evaluación, el mantenimiento, el monitoreo y la Supervisión. Somos poco previsores y no hemos aprendido a vislumbrar el futuro inmediato cada que está por llover.
Ante la ausencia de estrategias para el desarrollo de la ciudad en materia de resiliencia hídrica, ha hecho falta realizar diagnósticos y proyectar la profilaxis. Es menester llevar a cabo un ejercicio de gran calado para identificar las causas de origen y procurar encontrar las soluciones para luego construir la infraestructura y los sistemas que permitirán conducir de modo correcto los flujos de agua y así alcanzar el objetivo superior: erradicar las inundaciones, conducir. almacenar y aprovechar el agua de lluvia.
El lunes 29 de julio de este año corriente, algunos hemos iniciado a andar la senda para encontrar las respuestas … y que cada caminante siga su camino. (JFA)