Ya en Simone vs Herself, la serie en Facebook de Simone Biles, quedaba claro que los últimos 18 meses habían sido una montaña rusa de emociones para la mejor gimnasta de la historia. Vi los cinco episodios hace unas semanas curiosa por conocer un poco mejor la personalidad y el día a día de la que estaba llamada a ser la máxima estrella de Tokio y con la intención de escribir en este espacio sobre ella una vez que comenzaran los Juegos Olímpicos. Sin embargo esta semana casi todo lo que pensaba plasmar en mi reflexión cambió, y más bien siento la necesidad de admirar a la atleta de 24 años desde otra perspectiva, ya que desafortunadamente el estigma alrededor de la salud mental en las figuras del deporte aún existe y sinceramente me deja consternada la reacción en redes sociales a la decisión de Biles de no participar.
Hace cinco años era imposible imaginar a un atleta de su talla retirarse en medio de unos Olímpicos por presión, y si bien no se puede negar que hay más aceptación a raíz de que otros como Michael Phelps o Naomi Osaka empezaron a hablar del tema causando corto circuito en la mente de algunos, el categorizarlos como “débiles mentales” persiste para un sector. Tras los cuatro oros que consiguió en Río, su quinta medalla fue rechazada “Estaba tan feliz con mi bronce, pero no podía estarlo porque nadie estaba feliz por mí. Me sentí sola. Nadie la reconoce, a donde vaya me recuerdan las cuatro medallas y les tengo que decir que tengo cinco” recuerda Biles.
¿En qué maldito momento ganar una medalla olímpica de bronce se convirtió en algo demeritado? Los atletas no están en un pedestal, no son intocables, son como tú y como yo con miles de pensamientos acechando la mente hora a hora. Biles sigue siendo The G.O.A.T, la mejor, porque si bien ya era un ídolo para jóvenes negras y gimnastas de todo el mundo, ahora su influencia se amplifica hacia cada mujer que se ha sentido abrumada. No es la mejor porque haya logrado acrobacias que nadie más se había atrevido a intentar o porque no había perdido, si no porque ahora que lo ha hecho al no sumar medallas tiene el coraje de mostrarnos lo que sucede cuando las expectativas se vuelven muy pesadas de sobrellevar.
“Fuera de la gimnasia ¿quién soy yo? Aún me estoy buscando”. Biles ahora busca a Simone para volver a encontrar la pasión que la llevó a enamorarse de un deporte que transformó con su fuerza y potencia. La gimnasia dejó de ser de niñas anoréxicas y calladas. Una voz además unificada tras el escándalo de abuso sexual de Larry Nassar. Biles, que tuvo que lidiar con la depresión de dichos actos, se levantó del sofá donde dormía todo el día y decidió utilizar su plataforma como un ejemplo de superviviente. Quizá vuelva a encontrar los ingredientes que la convirtieron en la mejor, quizá no.
Jimena Rodríguez