Nada ofende más a quienes realmente gobiernan al mundo que la búsqueda de la paz.
Por supuesto que hay un gran interés para una élite mundial muy poderosa en la promoción de la guerra y la proscripción de la paz. Las más grandes fortunas se logran en la industria armamentística. Ahora mismo Estados Unidos gasta más de setecientos mil millones de dólares en defensa, de hecho, Estados Unidos invierte más dinero en defensa y en armas que todo el mundo unido y es claro que necesitan que existan mercados fuertes y pujantes para poder colocar su producción. Es más, la escuela de la historia nos enseña como Estados Unidos logró salir de la gran depresión de 1929 al ingresar a la Segunda Guerra mundial, produciendo y vendiendo armas a sus aliados para combatir a la Alemania Nazi, reactivando con ello su economía.
Ese mismo esquema de la segunda guerra, lo repite ahora Estados Unidos en su guerra en Ucrania en contra de Rusia. Mientras en Ucrania y Rusia mueren personas, las empresas que venden armas al gobierno de los Estados Unidos ganan sumas estratosféricas. La supuesta ayuda de cinco mil, seis mil, siete mil o cincuenta mil millones de dólares que brinda Estados Unidos a Ucrania no es ayuda en dinero en efectivo, sino en envío de armas, el dinero se lo quedan en Estados Unidos los fabricantes de armas y ello sirve para reactivar su economía nuevamente. Cualquier intento por alcanzar la paz haría peligrar los importantes negocios detrás de las armadoras, ¿qué harían con su producción?, podría ser el fin de esta industria al mismo tiempo en que se hundiría a Estados Unidos en una profunda recesión.
La guerra al narcotráfico, como la que instauró Felipe Calderón de infame memoria en México, es otro ejemplo. Felipe Calderón, al parecer atemorizado por un triunfo electoral muy cerrado y cuestionado por decir lo menos, se arropa con el ejército y para ello decide declarar la guerra al narcotráfico. Con este tipo de política la oferta de la droga se limita, con lo cual sube su precio y con ello, lejos de desaparecer se hace un negocio más rentable, ello atrae a más productores pues la demanda no disminuye con el incremento del precio por tratarse de un mercado en el cual sólo el veinte por ciento del consumo es casual y el ochenta por ciento del consumo es de adictos, es decir, personas que ya no pueden dejar de consumir, ello por último provoca que los consumidores adictos cometan acciones ilícitas para poder obtener el dinero suficiente para comprar la droga que requieren. Pierde la gente, ganan los narcotraficantes y los que venden las armas tanto a los cárteles de la droga como a los gobiernos que los combaten, y por si fuera poco ellos deciden quién gana pues basta suministrar más armas a unos que a otros, las ganancias quedan de lado de los Estados Unidos, y los muertos del lado mexicano.
Es claro que los políticos no hacen prevalecer el interés de la gente, sino de un reducido número de personas vinculadas al negocio de la industria bélica. Es indispensable que la gente en todo el mundo reaccionemos y aboguemos por la paz, por la solución pacífica de las controversias y votar por aquellos políticos que propongan un inmediato cese al fuego. Donald Trump lleva la delantera en esta agenda por la paz y es un claro candidato para ganar la presidencia de los Estados Unidos en 2024, de hecho, ha asegurado que de ganar inmediatamente propondría al presidente Putin un cese al fuego para salvar al mundo. Ojalá el pueblo norteamericano lo apoye en forma masiva, es al igual que el presidente de México, un candidato con un fuerte apoyo popular es, realmente, el candidato del pueblo norteamericano y podría ser incluso la única esperanza para la salvación del mundo entero.
Mtro. Jesús Torres Gómez
Profesor de la Escuela Internacional de Derecho y Jurisprudencia.