En México y en América Latina se están llevando a cabo procesos para destituir sistemas oligárquicos para imponer en su lugar a verdaderos sistemas democráticos.
La oligarquía es una forma de gobierno impura, es el gobierno de unos cuantos, en su propio beneficio, por su parte, la democracia es una forma de gobierno pura y es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo.
En México, la oligarquía la componen un número muy pequeño de personas, pues en un país de ciento treinta millones de habitantes, este grupo oligárquico lo componen menos de mil personas, es decir el 0.0007 por ciento de la población y decir mil es decir mucho pues el número puede ser menor de doscientas personas. Este grupo tan pequeño venía dominando y controlando los destinos del país, explotando sus recursos y beneficiándose del presupuesto público. Tienen de su lado el dinero, la propiedad de los medios de producción, la propiedad también de los medios de comunicación masiva como la radio, los periódicos de mayor circulación y la televisión y se encuentran respaldados por una antigua clase política corrupta que al día de hoy todavía ocupan posiciones en cargos públicos en especial aquéllos que no son alcanzados por medio de elección popular tales como diputaciones y senadurías plurinominales, o bien en sectores del poder judicial en México, y en los diversos organismos autónomos creados por ellos para desligarlos de la competencia del presidente de la república como son el Instituto Nacional Electoral, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, la Comisión Federal de Competencia Económica, el Instituto Federal de Telecomunicaciones y el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos.
Como decíamos, esta oligarquía gobernaba en atención a sus propios intereses, haciendo prevalecer no el sano egoísmo del que hablaba Adam Smith en el siglo dieciocho sino francamente una marcada avaricia y un narcisismo enfermizo, con un abandono total a los reclamos sociales de cualquier tipo, cultivando un encono social que llevó a México al borde de un movimiento revolucionario violento.
Por otro lado la democracia en México y en América Latina se trata de imponer por la enorme mayoría del pueblo de México y de Latinoamérica quienes reaccionan ante el abandono del Estado y se organizan en movimientos populares en torno a líderes que por fin logran representarlos como lo son el presidente Andrés Manuel López Obrador en México, Alberto Fernández en Argentina, Lula da Silva en Brasil, Gabriel Boric en Chile, Gustavo Petro en Colombia, Xiomara Castro en Honduras, Nicolás Maduro en Venezuela, y Luis Arce en Bolivia y el mismo Pedro Castillo en el Perú.
La pelea se da en todos los frentes.
En medios; la oligarquía utiliza la gran mayoría de los medios de comunicación masiva como la prensa, la radio y la televisión y el pueblo y sus dirigentes legítimos utilizan “la mañanera” y las “benditas redes sociales”.
En el ámbito legal y político; la oligarquía echa a andar procesos de desafuero, de enjuiciamiento, y encarcelamiento en contra de los líderes sociales como Cristina Kishner Vicepresidenta de Argentina, en su momento Andrés Manuel López Obrador como jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, Lula da Silva en Brasil y ahora Pedro Castillo en Perú, quienes por su lado luchan teniendo a su favor la legitimidad electoral, el apoyo popular, la marcha, la proclama en las calles, la paralización de la actividad económica y la resistencia hasta ahora pacífica, con la posibilidad de explotar en violencia en cualquier momento.
En el ámbito económico; la oligarquía intenta apropiarse de los recursos naturales de los países como el petróleo, el litio, el agua, etcétera, y los presupuestos e ingresos fiscales de los países, en su contra los pueblos defienden los recursos naturales para los ciudadanos y una redistribución del ingreso y la riqueza a través de políticas fiscales redistributivas con apoyos a las personas más necesitadas de la sociedad dentro de las que destacan los adultos mayores y los jóvenes.
El triunfo de la democracia es inevitable aún y cuando la oligarquía opte por el genocidio, la represión violenta y el exterminio como lo hicieron en el pasado en Chile Augusto Pinochet, en Paraguay Alfredo Strossner, en Panamá Manuel Antonio Noriega, en Cuba Fulgencio Batista, en Nicaragua, Anastasio Somoza, en República Dominicana Rafael Leónidas, Jorge Rafael Videla en Argentina, entre muchos otros que sometieron a la población en América Latina con base en represión. Hoy no existe esa posibilidad pues desataría la furia incontenible de la población que arrollaría como una marabunta, o una estampida humana que pasaría sobre de ellos.
Por fin la democracia busca asentarse en México y en América Latina. Su sustento está en la movilización constante del pueblo. El tigre está libre, es poderoso y está muy consciente y alerta.
Jesús Torres Gómez
Profesor de la Escuela Internacional de Derecho y Jurisprudencia.