Todos los días Donald Trump nos da grandes elecciones de civilidad, solidaridad y de reflexión profunda y emocional. En esta ocasión nos entregó una serie de reflexiones muy hermosas, comedidas y lindas referentes a la activista Greta Thunberg, quien encabezó la flotilla humanitaria para Gaza que fue asaltada de manera muy humanitaria en aguas internacionales por parte del gobierno del todavía más humanitario de Satanyahu.
Fue muy bonito que el operativo terminara en una muy alegre cárcel israelí donde los secuestrados (incluyendo a un grupo admirable de compatriotas que son criticados por derechairos muy empáticos, muy chumelizados, muy krauzianos a los que les duele la cara de ser tan fachos) casi experimentaron el Síndrome de Estocolmo por la manera tan maravillosa como los trataron metralleta en mano.
Así, los comentarios de mi Donald de toda la vida no pudieron ser más sentidos y elegantes señalando a la Greta de revoltosa y con mucha dificultad para manejar su enojo, rematando con un “Está loca”. Unas palabras que parecen extraídas de la inspirada poética de juniors tóxicos como Claudio XXX y el plutócrata que no quiere pagar impuestos.
La respuesta de Thunberg fue también muy emotiva: “Me encantaría recibir cualquier consejo que puedas tener para lidiar con estos problemas de control de la ira, ya que a juzgar por tu impresionante historial también los sufres”. ¡Qué maravilla! Solo le faltó rematar con un “Abuelito dime tú”.
Por fin alguien demuestra una genuina preocupación por mi Donny que solo tiene un montón de lamesuelas que todo le aplauden, con prianistas incluidos.
Trum necesita de apapachos ahora que todos sus enemigos se le quieren subir a las barbas —parece Nixon en el escándalo Watergate—.
Bueno, en este momento no hay certeza jurídica que explique con claridad quién es el político más detestado del momento, si Donald o Alitititito Moreno que de Alazraki a Derechairistegui, pasando por la Micha y Piedra Ferriz, me lo agarran de su puerquito.
Ojalá que, a manera de ejercicio terapéutico, el buen Donald se produzca un show como el de Javi Milei que, cuando más critican a su gobierno en materia electoral y financiera, crucificado por su narcocandidato, cuestionado por la corrupción de su hermana, decidió reencarnar en Sandro de América y salir a cantar a grito pelado y con la mirada más desgobernada que sus tres neuronas.
Ahí puede cantar el clásico de Juanga: “Yo no nací para Marx, Marx no nació para mí”.