Los requerimientos para formar parte del equipo de repartidores de Rappi no está fácil, es solo para profesionales. No basta con ser un clasistas nivel ninja como Chumel Towers, que tiene orgasmos cuando le echa porras al covid y cuyo racismo terraplanista ha llegado incluso a desprestigiar al racismo-voxista- terraplanista en sí.
Me dicen que la compañía, siempre buscando su propia superación, ha decidido poner la vara más alta para sus empleados: ser tanto o más whitemexican que el monero Calderón –mejor conocido como el Calderón malo-, cuyos últimos trazos se burla de manera harto grotesca del nuevo encargado del Tren maya, Javier May, solo porque no tiene doctorados y maestrías en el extranjero como gente buena, santa, útil y proba de la talla de Charly Salinas, Zedillo, Fox y el expresichente Jelipillo (la mano que mece la cuna de la paranoia mediática por la salida de Citigroup de Banamex), que dejaron a la patria gozando de los beneficios del primermundismo radical. También, me cuentan, que es importante para esta industriosa empresa que sus colaboradores sean como el ChikiliQuadri (bueno, aquí si tendría que trabajar el diputeibol Ku Klux PANista), cavernicolita del neoliberalismo y militante rabioso de la transfobia, al igual que la diputada blanquiazulina América Rangel que ante el reconocimiento para la MJ Rodríguez en su calidad de actriz transgénero, escribió en su twitter “En los Globos de Oro le dieron el premio de mejor ACTRIZ a un hombre biológico. El patriarcado vuelve a triunfar”. No me hagan reír que tengo los labios partidos. Una coperacha para unos cursos de género, inclusión, derechos humanos y biología para estos emisarios del pasado medieval. Bueno, ni Gilberto Lozano, Rafael Loret de Mola y Pedro Ferriz de FRENAAA se hubieran atrevido a tanto.
Lo que sigue es que Rappi exija a su gente ser como mi Tatankita Córdova y Murayamasamí que defienden primero el sueldazo antes que la democracia y confunden, como era previsible, la aplicación de vacunas con dádivas.
Por eso y muchas cosas más he seguido el ejemplo de mi queridísima Regina Orozco, artista inconmesurable en toda materia, que desinstaló la aplicación de Rappi en protesta por tener al voxista de Chumel Torres en calidad de rostro publicitario. Yo instalé y desinstalé 845 veces la app para dejar el mensaje totalmente claro.
Se rumora que el nuevo slogan de Rappi será: “Si no les gusta mi clasismo, tengo otros”.
jairo.calixto@milenio.com
@jairocalixto