Tengo la impresión de que con Lilly Téllez está pasando el mismo fenómeno de Frenaaa, un grupúsculo ultraderechoso radical con bases ideológicas yunquísticas pero con un arrastre prácticamente nulo, que recibió más atención mediática de la que realmente se merecía y que al final, con sus tiendas de campaña de papel volando, demostraron que no alcanzaban ni la categoría de polvo en el viento. Si lo vemos fríamente, la señora llegó al Senado gracias al impulso del tsunami de Morena y AMLO pero no por sus atributos políticos, más aún si pensamos que se coló en las listas por un supuesto pensamiento de izquierda al que le dio esquinazo para irse al Ku Klux PAN de Porfirititititititito Cortés.
En realidad, más allá del escándalo, la provocación y el estruendo nada categórico ni de categoría, lo que ha venido haciendo doña Téllez es lo mismo que Gilberto Lozano, el estrambótico, neuras y ultraderechoso líder de Frenaaa, el capítulo mexicano de Vox, en ese video donde le grita de manera furibunda a un muñeco con la forma de López Obrador que lo tira de a lurias. O sea, hay que darle su exacta dimensión a Lilly que es muy limitada, por más que la señora Rabadán y el ñor Remintiría quieran darle el nivel de Angela Merkel que no tiene. Ya me imagino a doña Angela haciendo esos panchos de andar amenazando, espetando frases pluscuanimperfectas que revelan el espíritu de una chica toxica, de esas que van por ahí, de esas que cuando se agitan, sudan PRIAN number tri.
Digo, tampoco se trata de decir “ni la veo, ni lo oigo” porque luego es más entretenida que el TikTok de Bad Bunny, pero no hay que exagerar. No hay que caer en la onda del PRI que ahora, en el tema de la Reforma eléctrica ya hasta recibe regaños de Acción Nacional y hasta de los chuchos. ¿Cuándo se había visto que el PRIcámbrico temprano iba a recibir órdenes de esos dos partiduchos?
¿Qué pensará la Téllez de Vargas Llosa, el anticomunista alfa, bien atornillado con los Pandora Papers? Lo debe admirar todavía más.
El gran fotógrafo Santiago Arau publicó en Twitter una imagen rompedora en la Ciudad de México, allá por los rumbos de Santa Fake: de un lado un abismo de casas grises, improvisadas, desprovistas de glamur que se aferran a la sobrevivencia. Junto a ellas una gran construcción colorida y arquitectónicamente impecable rodeada de pastos verdes. Esa es la polarización de la que no se queja Lilly Ledy Téllez, mientras se hace “la vístima”.
Jairo Calixto Albarrán
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