Y es que es una muy bonita pieza de la ingeniería capitalista mediante la cual quienes detentan los medios de producción pueden ofrecerle al empleado, al trabajador, a la damitacaballero, formas de libertad que antes desconocían. Antes, anclados a lo que vienen siendo las terribles cadenas de explotación tradicional en forma de descuentos para el IMSS o el Issste, las masas laborales estaban condenadas al imperio del godinato eterno, sin posibilidad de conocer la veldá veldá de las maravillas neoliberales.
Qué mal debemos estar como para imaginar que el outsourcing es el diablo y solo es un instrumento de los patrones para llevarse al baile a los trabajadores que viven en la eterna insatisfacción, como decían las playera de los fifís en su marcha very nice donde explican sin clasismo y verdad su admirable naturaleza: 1. soy fifí porque decido trabajar (por supuesto, los jodidos no quieren tal cosa sino vivir a expensas de los que le chingan al patrón); 2. Satisfago mis necesidades (las clases depauperadas nomás Moono pueden hacer lo propio por huevonas, claro); 3. Soy ambicioso (en efecto, los que no son fifís son mediocres de nacimiento y no quieren superarse); 4. Me levanto temprano (siguiendo la máxima de que trabajo que no dé para levantarte a las 11 es una jalada, mientras los otros nada más se hacen güeyes trabajado); 5. Lucho por mis metas (en efecto, nadie más lo hace ni se les había ocurrido); 6. Disfruto de las cosas buenas (ya se sabe, los chairos desfrutan únicamente de las cosas chafas y de mal gusto); 7. Soy exigente (acá nada más se exige el clásico viaje a Tepetongo a tepetonguear); 8. Provoco cambios (y sin lucha de clases ni nada de esas mafufafadas); 9. Estoy orgulloso de mí mismo (y me digo a mi mismo, como Paco Stanley, qué bonito soy, cómo me quiero, sin mí me muero); 10. Soy feliz (y no quiero que me perdonen por este día los pobres de mi felicidad).
Así, hizo muy bien don Ricardo Monreal en impedir que el comunismo primitivo a través de Napito Gómez Urrutia (o sea) pusiera en aprietos al outsourcing que nos quiere gobernar y nosotros, por resentidos, no le seguimos la corriente.
El líder de la bancada escuchó, cómo debe ser, la voz de los expertos del CCE y de la Coparmex que ya vaticinaba un apocalipshit pior de los mil que ya ha anunciado sin que se le cumplan.
¡Outsourcing, hazme un hijo!
jairo.calixto@milenio.com
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