Como todos aquí somos perfectirijillos, como diría Flanders, tenemos por supuesto la autoridad moral para linchar a una chica como Karen, a la que se le ocurrió, por una serie de razones que no nos incumben, mentir. Y como nunca nos equivocamos, jamás recurrimos a algún atajo, como somos electropuros todos los aquí reunidos, nos atribuimos el derecho de sacar a pasear todos nuestros prejuicios, todos nuestros resentimientos machistas, todas nuestras nostalgias de la narchoguerra jelipista, todos nuestros deseos pinochetistas-porfiristas de arreglar todo con mano dura, a la manera de un homenaje al autoritario e irascible Fernando Soler en Cuando los hijos se van.
Y para que Karen aprenda su lección, puesto que no es suficiente con el regaño familiar, los ochos hashtags que le echaron encima luego de la beatífica filtración del video por parte de algún acomedido de la procuraduría, la acabaron de echar a los perros investigándole hasta por cuántos exámenes reprobó en la secundaria, y algunos pasajes oscuros de su pasado que solamente tendrían que importarle a ella y no a todos esos chacales que se le echaron encima.
Todo se salió de control. Un error, una falta de criterio, pero lo bueno fue la capacidad de búsqueda frenética y la exigencia ciudadana que fue capaz de movilizar a la autoridad. Una práctica que funcionará siempre por encima del sospechosismo. Lo peor es el odio, el rencor, y la rabia desatados contra una chica a la que en vez de producir alegría por su aparición con vida y no formar parte de la cuenta funesta de feminicidios que es el gran pendiente de la cuarta transformeichon, casi casi que me la querían quemar viva en el Zócalo a ritmo de reguetón.
Y uno bien se podía imaginar la fila de aquellos puristas y puritanos con alma de granaderos, que querían cuando menos darle un manazo o cuando menos lapidarla. Para que sepa que no se le puede mentir a una nación que nunca ha recurrido al menos a las mentiras piadosas, a la excusa falsa, ni han matado a su abuelita alguna vez para justificar el kafkapulkazo o una noche de copas. No se diga una estafa maestra, las condonaciones, el muy foxista placer de no pagar impuestos, la Estafa de luz, los agronitrogenados, el huachicoleo y el atraco al erario que por supuesto nunca ha pasado en México.
La única oveja negra y descarriada eres tú, Karen, ni modo.
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