Lilly Téllez, a gritos y sombrerazos se tardó tres años en entregar una ambulancia desconchinflada, y es buena; Margarita Zavala dejó pasar años para insistir de manera delirante que fue la heroína de la trágica película de la Guardería ABC, papá, y es mejor; pero hay quienes abandonaron de manera expedita su papel de virólogos-odontópatas, pasantes de ingeniero y especialistas en bienes raíces texanas, para convertirse en conocedores en geopolítica ruso-ucraniana. Sobre todo pienso personajes como el subjefe Diego, Krauze y Álvarez y Guasa que prácticamente acusan a AMLO de impulsar a Vladímir Putin en su avanzada contra Ucrania para conformar una cortina de humo y tapar lo del asunto, ya muy de flojera, de la Casa gris (la investigación de Baker Hughes aplacó el melodrama ranchero loretiano, y hasta Carmen Aristegui reconoció que no hubo nada chueco), pero que más bien el kukluxpanismo y su guaruriza mediática aprovecha la ocasión para tratar de ocultar las revelaciones del ministro Zaldívar sobre que el Calderonato complotó para buscar que la tragedia de la Guardería ABC se mantuviera lo más oculta posible.
E hicieron un buen montaje, aunque un poquito cursi, al darle el nivel como de película de Rambo, donde el gobierno ucraniano y Biden son los buenos, y Putin es el sátrapa malo que quiere reconstruir a la malvada URSS. Una cosa medio ridícula, más aún si pensamos que los gringos nunca dan paso sin huarache y que Hunter Biden está metido en jugosos negocios en Ucrania.
Ahí no hay ni bondad ni maldad, solo intereses.
Ya los más maniacos del sector opositors prácticamente exigían que se le declarara la guerra a Rusia (como cuando el ChikiliQuadri quería invadir Corea del Norte, jajaja), mientras Calderón proponía rudas sanciones contra Putin, sin incluir el Vodka, claro. Me dicen que la odontóloga Ximénez sugirió que los de Frenaaa vigilaran a los vacunados con la Sputnik, a ver si no se convertían en robots leninistas-terroristas. Markititito Cortés, me cuentan, estuvo a punto de ir al Abierto Mexicano en Kafkapulco para ir a investigar si Medvedev, el gran tenista, era un espía del comunismo interplanetario. Me imagino que se asesoró con la dotora Dresser, trabajadora del recontraespionaje.
Cuando Marchelo Ebrard declaró que el gobierno rechazaba la invasión ucraniana, Claudio XXX y Amparito Casar ya querían ponerse del lado de Putin, fíjate fíjate.
Pinchi Biden, nos está haciendo creer que Trump no era tan maleta.
Jairo Calixto Albarrán
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