En materia de insultos “Chayoter@” es el nuevo chinga tu madre. Antes se aplicaba a aquellos trabajadores de la información que de manera pública y notoria le hacían la barba a los gobiernos y los presidentes del PRIAN en turno que estaban seriamente afectados por el síndrome Denegri. Era muy común que a cualquiera que ejerciera el oficio periodístico se le tachara de chayotero de la misma manera en que a los merengueros se les decía apostadores y borrachos; algo totalmente injusto pues solo se le debería aplicar a quienes vivan como Robero Deschamps en éxtasis.
Ahora, esto se ha devaluado por el exceso de uso del término “chayotero” aplicado a aquellos que no piensan como uno. Si estás a favor o simpatizas de la Cuarta transformeichon “Chayotero”; si estás a favor de Claudio XXX, la “Eh, la BOA”, al PRIANChu y eres calderonista, “Chayotero”. Un concepto que denunciaba la corrupción se ha convertido en mero improperio guango.
Claro, la grosería viene acompañada de tepocatas y víboras prietas que parecen extraídas de la verba florida de Brozo, el Trujillo tenebroso.
El problema no es que de estos estén rellenos los jeíters y bots que se te arrojan a la cara y a la de tus antepasados pues, a fin de cuentas, no semos naiden. La bronca es que se metan con los abajofirmantes de los desplegados de Kike Krauze que parecen escritos por Yolanda Vargas Dulché y firmados por el elenco de sus Lágrimas y risas, lo cual sí es afrentar al eterno.
Más cuando lo único que buscan no es solamente que se extinga la llama del comunismo-franquista, sino recuperar el paraíso perdido. Según un profundo reportaje de Álvaro Delgado en el portal Sin embargo, los grandes líderes intelecuáles de la oposición, desde Amparo Casar hasta el señor Hope, pasando por Luis Carlos Ugalde, Carlos Mancera y Luis de la Calle, Raúl González Pérez, Carlos Elizondo, Alejandro Poiré que no Poirot, todos del grupo Signos Vitales de extracción empresarial, gozaron del favor de contratos jugosísimos y chidoguanes durante los sexenios de mi lic. Peña, Salinas, Zedillo, Fox y Calderón. Mismos contratos que con la llegada de la malvada Cuatroté les fueron arrebatados de manera canallesca. Eso no solo explica, sino que justifica su malestar y obsesivo desacuerdo con el sátrapa de Macuspana. Creo que hay capítulo de La rosa de Guadalupe titulado “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el horror”.
¿Chayotero yo? Ya quisiera, mi Claudio XXX ni ve ni me oye.
Jairo Calixto Albarrán
