Cultura

De quebrado a benefactor

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El hombre, sentado en una oficina sin pretensiones, tiene la mirada sin punto fijo mientras evoca imágenes de hace 32 años. Enseguida, como un relámpago, aparece en su rostro una leve sonrisa y contiene los sollozos. Entonces asoma en sus ojos un brillo apenas perceptible.

A pocas cuadras de ahí, sobre Paseo de la Reforma, colonia Cuauhtémoc, todavía está la banca donde durmió durante días y meses después de aquel crack financiero de 1987, luego de perder, en solo 24 horas, 97 por ciento de su capital. Tenía 25 años de edad.

Respira y evoca:

—Lo que traía puesto era yo.

—¿Y ahora?

—Agradezco a la vida.

El semblante de Juan Carlos González Macín se transforma en cuanto menciona a Elvira, una mujer benefactora, dice, que en su honor lleva el nombre de un comedor que hace poco abrió sus puertas.

La voz de González Macín, oriundo de Zacatlán de las Manzanas, Puebla, es pausada; apenas habla de su vida. Lo que más le interesa es dar a conocer este proyecto que lo entusiasma.

Apenas menciona el crack financiero, ocurrido en octubre de 87, que lo dejó literalmente en la calle, donde experimentó los sinsabores de la vida. Aún queda el trozo sobre el que pasó las noches de infortunio.

—Y entonces resurgió.

—Sí —suspira y rememora—, fui un joven afortunado porque tenía gente conocida que siempre creyó en mí. 

—¿Y qué es Casa Elvira?

—En Casa Elvira nos hemos reunido un grupo de empresas que apoyamos la causa para darle bienestar al adulto mayor —explica González Macín, de profesión contador público.

***

Casa Elvira está en el número 137 de la calle Río Nazas, a una cuadra de la oficina de González Macín, quien relata que esta institución es costeada por dos empresarios, él y otro que prefiere el anonimato, y solo se hace un cobro simbólico de 10 pesos por persona.

Los que laboran en el comedor son voluntarios. La dieta es balanceada; está prohibida la sal, aunque uno de los usuarios saca de la bolsa un salero que usa rápido y, mirada pícara, lo vuelve a guardar.

Afuera dispusieron de bancas artesanales, pues algunos beneficiarios, hombres y mujeres, arriban desde temprano, por lo que también les sirven café y pan mientras aguardan y forman tertulias.    

Por eso en Casa Elvira también dan clases de manualidades para celebrar diferentes épocas del año, como Día de Muertos o San Valentín. Los productos son adquiridos por las empresas benefactoras.

Una de las ancianas que llega a comer trabaja en labores de limpieza en un despacho cercano. La mujer aborda una combi en la colonia Anáhuac, donde vive, y se baja en la esquina de Río Nazas. 

—¿De qué edades vienen aquí?

—De sesenta y tantos para arriba —responde y comenta que la comida “está sabrosa y limpia”. 

El menú es variado. Hoy saborean caldo de pollo, arroz blanco, crema, chambarete y atún con jitomate. Una pieza de pan blanco, una rebanada de limón, agua de sabor y gelatina.

La hilera llega hasta la banqueta; adentro se forma un ambiente festivo. Los voluntarios se mueven rápido. Un joven los ayuda.  Cada quien tiene su quehacer. Fernanda ofreció su servicio porque conoce a Juan Carlos desde que iba con su hermano a la primaria y a la prepa.

Fernanda ayuda a recoger los platos y a servir el postre y el agua fresca. Aclara que aquí no están permitidos chile, sal, ni azúcar. “Tenemos que cuidar a los ancianos, porque para allá vamos todos”, reflexiona.

“Bienvenidos al comedor donde comemos de lujo”, exclama Roberto Cano Rodríguez, “servidor y amigo, de 76 años, pero me siento de 50”, dice este hombre que viene de la delegación Álvaro Obregón.

Un anciano alto y erguido, vestido de manera formal, se despide y los bendice y todos agradecen. Pasa cerca de una festiva Gabriela Mendoza, de 68 años, que vive en Tlatelolco. “Soy artista, no alegre”, aclara la mujer.

—Tiene usted humor.

—Claro, no estoy amargada para no tener humor —dice y se carcajea junto a otros que halagan su respuesta.

Y aquí anda una apresurada Beatriz Meza Martínez, de 70 años,  voluntaria desde el 19 de junio de 2018, un día después de que se inaugurara Casa Elvira. La señora Meza vive en la colonia San Rafael; muy cerca de la alcaldía Cuauhtémoc, donde acudía a clases.

“Es un placer servir y dar gracias a Dios por todos los que hacen posible este lugar, y a Juan Carlos, que lucha con todos y por todos”, dice esta mujer de rostro angelical, quien dedica la mayor parte de su tiempo a Casa Elvira.

—¿Satisfecha?

—El trabajo que hago lo hago con amor. Estoy aquí —añade y alza la mano izquierda— por quien necesite el alimento. Mi concepto es de servir a los demás y no servirte de los demás.

***

Juan Carlos González Macín ha observado que muchas personas llegan al comedor no precisamente por el apoyo alimenticio ni económico, sino en busca de compañía y a convivir.

—Es una asociación sui géneris.

—Es una asociación atípica —explica González Macín— porque no pedimos donativos, somos autosuficientes y cada vez que algunos de nuestros comercios tiene cierta venta, pues sale un beneficio económico a través de centavos que se van recaudando para Casa Elvira, donde se hace un fondo mensual y es con el que operamos.

—¿Por qué surge la asociación?

—Pues primero es el apoyo a la sociedad que está más vulnerable; segundo, es parte de agradecer a la vida, por la bondad que ha tenido con nuestras empresas y marcas.

El nombre de Elvira es en recuerdo de una mujer que sembró bases sólidas por su labor ejemplar, dice González Macín.  

“Ella ya no está, pero sigue viva en el espacio que se le ha puesto su nombre”, recuerda. “Es en homenaje a esa personalidad que estamos agradecidos quienes la llegamos a conocer”.

—¿Qué hizo Elvira en vida?

—se le insiste.  

—Pues una persona altruista; apoyó a mucha gente y formó a profesionistas.

Inaugurada en junio de 2018, Casa Elvira empezó con 20 usuarios, pero pronto se corrió la voz y aumentó el número.     

Frente a Casa Elvira se instalaron bancas para que aguarden quienes ya formaron una hermandad, y donde incluso algunas parejas ya formalizaron una relación y están a punto de matrimoniarse. 


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Humberto Ríos Navarrete
  • Humberto Ríos Navarrete
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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