Seguramente has experimentado el miedo que provoca cualquier inicio: esa sensación que se expresa distinto en tu interior, disfrazada de miedo, acompañada por la incertidumbre, a veces respaldada por la razón y en otras obligada por el corazón.
Como conlleva una mezcla de tantos sentimientos y riesgos, es difícil que parezca amigable ir repitiendo ese proceso constantemente; primero, porque ya estás adaptado a una vida productiva, donde a veces no importa si estás generando lo que mereces, sino que te conformas con solamente estar generando, y lo otro es el temor de fracasar en un intento que cambie rotundamente a lo que te dediques.
Primero pregúntate si te vas a dedicar a lo mismo siempre. Si tu respuesta es afirmativa, procura ir subiendo las metas y mejorar tus objetivos conforme a parámetros que te impongas.
Ahora que, si dudas del futuro después de formularte esa pregunta, pues planifica el cambio, define cómo irás lográndolo y empieza de cero si es necesario. La edad, la profesión o cualquier cosa que te ate a tu actualidad no tiene por qué ser una cadena.
Pon a prueba tu talento, compleméntalo con capacidad y dale a la vida esa oportunidad de sorprenderte.