Como muchas divas del mundo del espectáculo, la francesa Catherine Deneuve ha despertado siempre la mirada morbosa de los periodistas, de sus colegas y del público. Hay quienes desde hace años la persiguen de tiempo completo, pero muchos atisban con cierta maldad y mucha envidia tras sus pasos en la calle, en algún bar, en los festivales de cine, en los desfiles de modas, en los restoranes y hasta al otro lado de los visillos de su casa.
A ella no le ha importado nunca estar en el centro de las miradas curiosas, maliciosas, groseras. En realidad no ha estado entre sus preocupaciones esconderse. Tampoco ha buscado el anonimato. A sus 76 trabaja como una loca. Filma dos o tres películas al año, aparece a menudo en la tele, en obras de teatro, en eventos de promoción, acude con frecuencia a bares y restoranes, fuma, bebe y tiene novios mientras las viejillas de su barrio parisino la vigilan con poca discreción.
En sus buenos días, cuando actuaba en el cine bajo la dirección de Luis Buñuel, era una de las actrices más bellas del mundo. Era sexy y glamorosa. Tenía legiones de fanáticos por todo el mundo.
Nacida en París a finales de 1943, debutó en la actuación fílmica a los 14. Cuando su rostro comenzó a exhibir las evidencias de la edad corrió por todas partes el mito de los hilos de oro que estiraban su piel. El tratamiento contra la vejez más caro del mundo.
Con sus cabellos rubios, su cara redonda y su baja estatura, su elegancia y su sonrisa juguetona, ha hecho a lo largo de su vida lo que le ha dado la gana. Lo mismo se dejaba dirigir por Buñuel, que por Jacques Demy o por Polanski y hasta se aventuraba en proyectos comerciales que posiblemente la divertían mucho, como Astérix y Obélix al servicio de su majestad.
Asidua a las reuniones sociales, a los placeres de las ropas caras, los zapatos de moda, los accesorios de marcas costosas, mantuvo una larga y entrañable amistad, plena de misteriosas complicidades, con Yves Saint Laurent hasta la muerte de quien fue uno de los diseñadores más celebrados en el mundo de la alta costura.
También ha vivido el escándalo. Hace poco, cuando se ventilaron públicamente los abusos sexuales que muchos productores y directores han cometido contra hombres y mujeres, Deneuve defendió públicamente el derecho de las mujeres a coquetear con cuantos hombres les gustaran. El mundo se le vino encima. Recibió insultos, amenazas y la hostilidad de la prensa. Insistió, sin embargo, en su derecho a expresar libremente sus opiniones.
Ahora filmaba hace unos días su tercera película del año cuando la sorprendió un derrame cerebral. Fue a dar al hospital con el reto por delante de una larga y penosa recuperación. Sus vecinas dieron de inmediato se veredicto: comía demasiado, fumaba mucho, bebía en exceso, tenía amantes. Y, en su cama de enferma, la actriz no puede mandarlas a donde se merecen.