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Coppola, los días difíciles

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  • Héctor Rivera

Al comienzo de los 70, Francis Coppola estaba flaco y llevaba las barbas crecidas y los cabellos largos, a la altura de los hombros. Se le veía bastante crispado, a punto de estallar, mientras lidiaba con Marlon Brando para filmar la primera entrega de El Padrino con un presupuesto de 6 millones de dólares. Con locaciones en Nueva York, Los Ángeles, Sicilia, Nevada y Nueva Jersey, la película pesaba sobre sus espaldas como una losa. El realizador maldecía su suerte, al mundo que se le venía encima desde la mañana hasta la noche. Por supuesto, ni imaginaba que la cinta sería, al paso del tiempo, la más importante de su filmografía, convertida en una obra de culto con millones de devotos en todo el mundo.

Hay quien asegura que un día pasó Martin Scorsese a visitarlo en el foro donde filmaba y que al verlo Coppola se echó en sus brazos en un largo sollozo de contenido sufrimiento. La obra maestra que emprendió entonces el realizador le costó sangre, sudor y lágrimas, como puede apreciarse en el libro The Godfather notebook que comenzó a circular en noviembre pasado, concebido como una suerte de bitácora detallada con sus notas y las fotografías recogidas durante aquellos días de angustia extrema.

Cuando Mario Puzo, autor de El Padrino, murió en julio de 1999, muchos se quedaron con un palmo de narices. El proyecto de una cuarta cinta sobre la saga familiar de los Corleone se fue entonces a la tumba con el escritor. Nadie podía escribir la historia como él, y en todo caso nadie podía dirigirla como Coppola, con todo y sufrimientos. Quienes se habían opuesto a la aventura desde sus inicios maldijeron su necedad, su ceguera.

Las guerras que Coppola libró en aquellos días contra los actores y los productores de la cinta se volvieron tan legendarias como la película misma. Son ya una historia con elocuencia propia. Y si no hay posibilidad de un cuarto filme de la saga, sí la hay de llevar a las pantallas los dramas de la gestación de El Padrino. Y hay mucho con qué. Así lo ha entendido la cadena HBO mientras prepara los detalles de Francis and the Godfather, una película para la televisión nutrida con las pequeñas grandes tragedias que vivió Coppola durante el rodaje: frecuentes amenazas de despido a media filmación, actores caprichosos o enfermos de muerte, presupuestos sin control, costosos retrasos, amenazas de la mafia, conatos de suicidio, cobradores a las puertas del estudio, permanentes acosos de los productores y otras desgracias.

Aunque se dice que HBO sacó el proyecto del cajón de las ideas descabelladas y que lleva largo tiempo tratando de demostrar que puede ser un asunto con gran futuro económico, lo cierto es que se trata de una aventura con muchas probabilidades de éxito, determinado en buena medida por la celebridad de El Padrino y la legión de admiradores que tienen la saga y Coppola. Habrá que verla.

*Profesor-investigador de la UAM-Iztapalapa

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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