Estoy seguro de que el futbol es limpio, pero el futbol mexicano, como el de cualquier país, no lo puedo asegurar. Hace muchos años, bastantes, por allá de 2004, conversé con un periodista chino. Me explicaba cómo funcionaban las casas de apuestas, algunos apostadores y la mayoría de los futbolistas. Él lo sabía bien porque había dedicado al tema ya bastantes años de brillante carrera.
De aquella plática, mientras recorríamos las estaciones de la Villa Olímpica en el transporte interno, me quedó la certeza de que arreglar un partido de futbol, como el resultado de casi cualquier otro deporte, es perfectamente posible. Primero porque se mueven cantidades de dinero que ni usted ni yo podemos imaginar aún y porque nunca falta para quien lo que gana sea suficiente. Hay muchos casos documentados.
Tampoco me extraña que la Federación Mexicana de Futbol diga que ha recibido “un escrito por parte de la Federación Internacional de Futbol Asociación en el que se reitera que dicha información es falsa (notas recientes sobre el arreglo de juegos en México) y que a la fecha no se tiene ninguna investigación de esa naturaleza en relación al futbol mexicano”; se agrega que “la FIFA ratifica, en dicho escrito, las excelentes labores con enfoque proactivo y preventivo que se han realizado con autoridades de la FMF y de la LIGA MX para fortalecer la estructura y plataforma de integridad del futbol mexicano y así evitar cualquier alerta o incidencia futura”.
Más allá de que se comprueba, pronto o no, que el arreglo de partidos ha alcanzado al futbol mexicano, lo alarmante me parece es que con toda certeza podamos admitir que casi ningún instrumento del Estado mexicano sería capaz, primero de detectarlo y segundo de investigarlo; no en un país de los Duarte y de las Estafas Maestras. No nos hagamos.
hector.gonzalez@milenio.com
