Me queda claro que para la Federación Mexicana de Futbol todos los activos son sacrificables, y si levantan la mano con mayor razón. Es el caso de Ricardo Ferretti, quien en su momento se ofreció para liderar un periodo de transición que - se lo firmo- nunca imaginó resultaría tan accidentado, criticado y con pobres resultados.
La verdad, dicho sea de paso, de aquel pitazo final en el Estadio de Samara el 2 de julio en Rusia, en el que la Selección nacional de México cayó ante Brasil por dos goles a cero, casi nada se ha avanzado a la fecha; es más; me atrevo a decir que se retrocedió, al menos entonces había técnico, hoy ni siquiera, porque el Tuca Ferretti ya se va y como si nunca hubiera estado, mientras que Gerardo Martino tampoco acaba de llegar.
Pero si tuviéramos que coronar este funesto (triste, desgraciado) episodio del futbol mexicano, ¡qué tal la conducta de quienes deberían aportar luces! Hablo de los directivos de la Federación Mexicana de Futbol: ¿o dónde está Yon de Luisa, el presidente, dónde los demás, la directora de comunicación… ¿dónde quienes sí podrían sentirse con el deber de responder, sin provocar más interrogantes, como Guillermo Cantú, el director general deportivo?
Para que no se haga ilusiones, ni usted ni yo, se lo cuento: no hay proyecto. El proyecto de la Selección que viene se llama… (póngale aquí el nombre del DT), porque es más fácil plegarse a la visión de una personalidad, y que sobre ella caiga el peso de los fracasos, que asumir como entidad el crédito de un plan a cuatro u ocho años.
¿Más claro? En la FMF no hay quién se ponga los pantalones más grandes, no solo porque no hay quién los quiera, sino porque nadie luce con carácter para llenarlos; y le digo otra cosa: hay hasta quienes caminan de puntitas y así no se puede aspirar a resultados diferentes.
