Negocios

Reaccionar rápido y planificar lento

  • Economía empática
  • Reaccionar rápido y planificar lento
  • Héctor Farina Ojeda

El escenario económico internacional, remecido por las intempestivas imposiciones de aranceles por parte de Estados Unidos, es muy poco favorable para las proyecciones de los países latinoamericanos, en especial de México, cuya dependencia del mercado estadounidense es muy elevada. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) prevé una recesión en México en 2025 y 2026 debido a los aranceles y sus efectos adversos.

Las idas y vueltas de los aranceles, las amenazas y las respuestas, las intensas negociaciones y el nerviosismo en los mercados internacionales ya han generado efectos muy negativos en las perspectivas de crecimiento, en las inversiones -que ahora no se están realizando- y en el dinamismo interno de las economías que detonan empleos, proyectos y oportunidades. Hay un daño hecho a la confianza y esto no acaba ahí sino que el malestar y el nerviosismo siguen y no sabemos hasta cuándo.

Ante un escenario enrarecido, incierto y cambiante, el reto urgente apunta a encontrar fórmulas de negociación que ayuden a evitar una guerra comercial o, en el peor de los casos, a tratar de limitar los daños. Y esto significa tratar de mantener el comercio en los mismos niveles, convencer a los inversionistas de que pese a todo es bueno invertir, emprender, proyectar y crecer, así como lograr que se impulsen los empleos y con ello las oportunidades para millones de personas.

Lo urgente es maniobrar con inteligencia en medio de los vientos de guerra comercial. Y esto implica también reacciones urgentes, estratégicas, para hacerle frente a los pronósticos de recesión y sus consecuencias. Las negociaciones comerciales, la apertura de nuevos mercados, las inversiones internas, la obra pública, la inversión social para apoyar a los sectores vulnerables: todo esto es perentorio, reactivo, rápido.

Pero al mismo tiempo se requiere de enfrentar retos en otro tiempo, en otro ritmo, que es el que paradójicamente nos cuesta más: el trabajo lento, planificado, minucioso con el que se se construyen economías más sólidas, más estables, más capaces de innovar y enfrentarse a las coyunturas más complejas. El mediano y el largo plazo requieren de inversiones estratégicas cuyos resultados no serán mañana ni en un año sino en décadas. La mejoría constante en la educación, en la ciencia, en la productividad, la competitividad, la innovación y la capacidad de reinventar se conquistan de a poco, con inversiones estratégicas y pensadas en el futuro.

Cada vez que hay una crisis, la urgencia de tomar decisiones reactivas opaca lo importante: si se hicieran bien los deberes, si se fortaleciera la educación, si se mejoraran las inversiones en ciencia y tecnología, y se apostara por recursos humanos formados para la economía del conocimiento y el mundo digital, seguramente las crisis no serían tan trágicas y habría mejores maneras de enfrentarlas. Con lo urgente se atenderán los siguientes años de crisis pero con lo importante se puede fortalecer la economía, disminuir la pobreza y la desigualdad, así como aspirar a una mejor calidad de vida para todos.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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