Mi intención siempre es analizar una película en sí misma en casos de secuencias, remakes, reinicios, retcons o franquicias: incluso si los espectadores son fanáticos, nadie está obligado a saber todo para ver una película, que es capaz de mantenerse a sí misma, sin necesidad de muletas (excepto en el caso de las secuencias).
En “Terminator: Dark Destiny”, sin embargo, si olvidamos toda la historia de los personajes y prestamos atención al guion, la película perderá gran parte de su pequeño peso. Aunque está consagrada a su género y tiene algunos momentos y personajes exhaustivamente referenciados en la cultura pop, siempre habrá espectadores en salas de cine que simplemente no conocen el pasado del personaje. Por lo tanto, no se complica y crea una historia que se desarrolla como una secuencia de acción tremenda, con pocas pausas para reflexiones y explicaciones (a veces innecesarias).
Lo simple, que a menudo es necesario y puede funcionar, no encuentra espacio en esta nueva película, especialmente debido al escenario político que invoca cuando se trata de una producción estadounidense que nos muestra en los primeros minutos una familia de mexicanos que luchan por no perder sus trabajos por las máquinas. La simplicidad se convierte en una falla en el momento en que los escritores abren una discusión, pero no la exploran.
Hay una lucha intensa entre la humanidad y las inteligencias artificiales que surgirán en el futuro y, aparentemente, el problema central de los humanos no es con la máquina en sí, sino con el mantenimiento de lo que nos hace humanos. En este contexto, el personaje de Mackenzie Davis, Grace, es un símbolo poco explorado: la mejora del cuerpo humano a través de la tecnología no nos acerca a las máquinas y es posible perder la humanidad a pesar de que somos humanos. Por otro lado, una máquina, la T-800 o Carl (Schwarzenegger), como ahora se la conoce, parece adquirir humanidad a través de los sentimientos.
Hay una profundidad en estos asuntos, pero la opción de un guión más superficial priva al espectador de una película significativa. Lo memorable es la unión de James Cameron y Tim Miller, es decir, la tecnología y la dirección de las escenas de acción. Desde la recreación de los cuerpos jóvenes del T-800 y Sarah y John Connor hasta las escenas de acción, que combinan efectos digitales y prácticos, todo es un espectáculo de acción que mantiene viva a la franquicia.