Imagínese usted, de manera profunda y pausada, que tan solo hoy miércoles 18 de noviembre del año 2020 morirán asesinados en México cuatro menores de edad; cuatro criaturas, niños o adolescentes, mujercitas o varones y dichos infanticidios quedarán en la estadística, en el impacto noticioso momentáneo y pronto en el olvido.
Vivimos en este México violento, ensangrentado de homicidios abominables en donde se quita la vida a diestra y siniestra y de lo cual informamos más de cifras que de nombres y los responsables echan culpas fáciles y ligeras, argumentando la culpabilidad al ente llamado delincuencia organizada y así, pensando que con ello convencerán a todos por ser un tema difícil de tocar, dan carpetazo a los casos.
Cada menor asesinado contaba con nombre y apellidos, cada uno(a) fue procreado por parejas ilusionadas en criar de la mejor manera al infante y veían e imaginaban un futuro de esperanza para esos chiquillos, primero alimentándolos, dándoles en su mayoría un cuidado personalizado y un amor infinito, sin imaginar que en el México violento el cuento habría de convertirse en una novela tétrica con un final sin justicia y en donde el olvido le gana a la esencia del tema.
Hace apenas unos tres días en todos los medios del del país se informaba del hallazgo en un domicilio cercano al centro de la Ciudad de México de dos menores de tan solo siete y 13 años de edad, ambos asesinados a puñaladas por un adolescente de solo 14 años.
Otro caso igual o peor de escalofriante lo fue el 1 de noviembre, Día de Muertos, cuando fueron hallados en bolsas plásticas los restos de dos adolescentes de 12 y 14 años de la etnia mazahua, siendo transportados sus cuerpos descuartizados por un sujeto en una carretilla de carga, casos divulgados pero sin el merecimiento de una breve narrativa de sus cortas vidas.
Sabemos escuetamente que organismos como la Unicef o la organización Causa en Común dan cifras que en México de enero a octubre han ocurrido 330 asesinatos de menores de cero a 17 años de edad, que Guanajuato ocupa el primer lugar con 42 homicidios, seguido del Estado de México con 30; Michoacán con 28 casos; Chihuahua con 26; Guerrero con 20 y Puebla y Veracruz con 19 cada uno.
Con ello queda demostrado que las masacres de infantes en México están fuera de toda lógica, sea cual sea el entorno social de cada uno de esas personas, repito, con un nombre y apellidos y con miras a quedar inscritos en piedra o acero para que jamás los olvidemos.
Oímos, pero no escuchamos; vemos, pero no observamos; vamos al menos a recordarlos a sabiendas que cuatro menores morían hoy de manera sangrienta y todos merecían vivir más y mejor. _