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Certificación vs. fraude

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  • Guadalupe Romero

Flexeo, desbloqueo, juegos... necesita aplicaciones, busca un sistema administrativo, CAD, photoshop... es el cantar con el que se puede identificar a uno de los mercados más grandes y bastos de productos tecnológicos en el país, la Plaza de la Tecnología en la Ciudad de México. Lugar que hoy se distingue por certificar a sus locatarios, y a sus similares que también se pueden encontrar en urbes como Guadalajara, Monterrey y Morelia, entre otras.

Se trata del Sello de Reparador Autorizado que la directiva de la propia plaza otorga a los especialistas en celulares y equipos de computo ahí ubicados. Es ya imperioso una herramienta para evitar fraudes, engaños y riesgos en la compostura de estos equipos. Con marzo y sus vientos de cambio inició esta oferta que pretende convertirse en garantía y atractivo para los que buscan seguridad y profesionalismo.

Alguien está pensando bien, y van tras el valor agregado que todo negocio requiere, máxime si por muchos años esta ocupación se ha visto envuelta en el desprestigio. David Murrieta, vocero de la Plaza de la Tecnología, explica la mecánica: “llegas a la plaza, buscas los locales con el Sello y puedes tener la confianza de que si te reparan ahí tu celular o equipo de cómputo, serás bien atendido por los mejores y con la garantía de que quedarás satisfecho”.

Evitarás a los llamados “coyotes” o “carpeteros”, quienes haciéndose pasar por locatarios de las plazas roban a los clientes o los engañan con reparaciones hechizas.

Los tres requisitos para obtener el certificado son: “1. Excelente atención al cliente, paciencia y profesionalismo, mostrado por buenos resultados. 2. Historial sin incidencias, no problemas, reclamos y garantías atendidas. 3. No tener adeudos con la plaza y equilibrio económico demostrado por cobros justos y competitivos a los clientes”. Fácil, ¿o no?

Aunque me imagino que los clientes se preguntarán, quién será el bueno para evaluar los tres puntos anteriores, pues la apreciación en éstos puede jugar con la duda y la apreciación subjetiva de quién juzgue si son profesionales, si han respondido a las garantías y, sobre todo, si cuentan con un equilibrio económico.

Para empezar, y no variar, si emociono a mi vecina al decirle que ya le puedo recomendar dónde reparar su descontinuada BlackBerry (que con necedad caprichosa quiere conservar), extenderá por horas sus miedos y desconfianzas para acudir a la plaza recomendada.

Ya me imagino. “Con certificado, sello o lo que sea que les pongan a los locales, cómo quieres que vaya para allá si antes tendré que sortear puestos callejeros que harán todo lo posible porque no llegue al interior de la plaza; cómo quieres que vaya si antes tendré que esconder mi bolsa y mi viejo celular para que no me los arrebaten... o tengo que mirar con desprecio y repetirles una y otra vez que no me interesa... ante la insistencia de que compre desde un llaverito hasta un disco que no necesito ni entiendo... o el CD de la película que ganó y perdió el esbelto Oscar, la de La la Land...”

Ella preferirá conservar su viejo celular a perderse en la ola urbana característica de las calles que rodean la Plaza de la Tecnología y sus negocios que se extienden por varias calles alrededor. Habrán de sumarse otras garantías para que logre convencerla.

@lupitaromero

guadalupe.romero@milenio.com

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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