En recientes días hemos visto que nuevamente la indignación, el descontento y la exigencia de justicia salieron a las calles a manifestarse tras el asesinato de Ingrid Escamilla, una jovencita de 25 años quien además de ser asesinada, fue desollada por su pareja. Posteriormente, nos enteramos del terrible final que tuvo una pequeña de sólo 7 años de nombre Fátima. Y aunque ya de por sí este tipo de atrocidades nos estremecen, y nos es difícil imaginar que existan tantas Ingrids, Fátimas o Fernandas que ya no regresan a casa, en esta ocasión la indignación se vio multiplicada por el actuar de algunos medios, que hicieron que lo sucedido a Ingrid fuera una monstruosidad doble: primero por su despiadado asesino, y después por la insensible manera en la que algunos medios publicaron las imágenes atroces de lo que el homicida le hizo al cuerpo de esta chica.
Sin embargo, el amarillismo no es nuevo. Todos hemos sido testigos de imágenes escalofriantes y encabezados escandalosos que se exhiben a diario en varios medios, que por vender más periódicos, ganar likes o generar más visitas a sus páginas, hacen del dolor ajeno su negocio. Titulares como “Quedó Planchado” para referirse a alguien que atropellaron, buscan generar el interés del lector mediante la exageración y el sensacionalismo. Curiosamente en estos días, algunas voces provenientes de estos medios, han salido a defenderse asegurando que “solamente informan lo que ocurre” y que si no hubiera tanta violencia en nuestro país, no se verían eses tipo de publicaciones. Incluso, hubo quien se atrevió a decir que prohibir esos contenidos sería censura; cuando el disgusto no fue el qué, sino el cómo se informó.
Y ante las marchas, el disgusto y todo el revuelo generado en redes sociales y en las calles; la autoridad no tuvo más remedio que crear una ley que castigará a quien se sorprenda filtrando eses tipo de fotografías: ley Ingrid, será su nombre. Si de verdad se cumple, y de verdad se marca un cambio, la muerte de esta jovencita no habrá sido en vano.
Así que mi invitación de hoy es a no normalizar la violencia. Los feminicidios se han incrementado en un 135% en los últimos cinco años, y revertir la situación es tristemente más complicado de lo que quisiéramos. Pero no nos cansemos de alzar la voz a fin de exigir estrategias bien planificadas y efectivas para terminar con la violencia y la impunidad. No consumamos contenido sensacionalista y exagerado, que sólo busca llamar nuestra atención a través del morbo. Y principalmente, mejoremos la educación que damos a nuestros hijos, la manera en que los construimos desde el hogar y la manera en que nosotros mismos actuamos. Pues ni capturando a los responsables de lo que les ocurrió a Ingrid, a Fátima, a Fernanda o a Valeria, ni dándoles la pena de muerte si existiera, nada cambiaría… Al día siguiente seguiríamos viviendo en la misma suciedad si entre todos no nos limpiamos como sociedad.
Y a ti ¿qué te dice el espejo?