Gil meditaba mientras caminaba sobre la duela de cedro blanco con los brazos cruzados en la espalda: no la menor de las herencias negras del ex presidente Liópez Obrador ha sido el lenguaje insultante, la ofensa, el agravio. Degradó el lenguaje convirtiéndolo en infamia para quienes no piensan como él. Desde luego fue durante seis años un abuso de poder, pero al mismo tiempo la destrucción de la conversación, el incendio de los conceptos, del uso de la razón. Ciertamente de eso se trata el autoritarismo. Hizo escuela entre sus colaboradores que lo ejercen a diestra y siniestra.
Así pensaba (ya empezaron las jactancias) Gil cuando leyó las declaraciones de la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, después de la estremecedora imagen de una mujer de rodillas amenazada por un grupo de asesinos armados. Irma Hernández, maestra jubilada que trabajaba como taxista, apareció en todos los periódicos y se vio en la televisión, se oyó en la radio. Apareció muerta y la gobernadora montó en cólera: “La maestra fue violentada, después desgraciadamente sufrió un infarto”. Y arremetió contra los medios a los que llamó “miserables”, fabricantes de escándalos: “Es de miserables a una familia enlutada llevarlo a niveles de escándalo (sic)”.
Somos ciegos
Gil no entiende nada, o sí entiende y es peor, como si la imagen aterradora que todo el país vio no fuera un escándalo vergonzoso. “Allá en México empezó el nado sincronizado”, dijo refiriéndose a los medios. Todo mal.
El médico legista que acompañó a la gobernadora en Tuxpan afirmó que Irma Hernández tenía múltiples lesiones en distintas partes del cuerpo, pero que murió de un infarto. Mientras se enredaba con sus propias palabras, Rocío Nahle se refirió a la muerte de la maestra como un asesinato. ¿Lo ven? Agravio, ofensa, infamia y mentira. Si quiere usted leer una crónica completísima de este aterrador crimen y sus alrededores, lea el artículo de Raúl Trejo Delarbre en el sitio de su revista Nexos. Prepare Tafil y Melox.
Taddei, todo un caso
Gamés no da crédito y cobranza. El cinismo y la mentira es otra de las herencias del ex presidente Liópez Obrador. Vean si no: después de la farsa increíble pero cierta de las elecciones del Poder Judicial, el INE decidió aprobar multas dobles para quienes se beneficiaron de propaganda ilícita, aunque con rebajas dependiendo de su capacidad económica.
Una elección que debió ser anulada de principio a fin, se resolvió en unas multas que van desde los cien mil pesos hasta los 255 mil. Unas multas de chiste que además aceptan la existencia de las irregularidades de esa elección. Gran castigo para los millones de acordeones en donde se indicaba por quién votar. Esta información la leyó Gil en su periódico MILENIO en una nota de Jannet López Ponce.
Pero esto no es nada. En una junta de más de seis horas, Guadalupe Taddei, las consejeras Norma Irene de la Cruz, Rita Bell López y el consejero Jorge Montaño se negaron a imponer sanciones “con el argumento de que no había pruebas suficientes ni se pudo cuantificar el costo total de los acordeones por lo que no se podía definir una multa objetiva”, relata López Ponce.
Oigan esto: “No es un trabajo de suposiciones, de lo que me imagino; sé que va a ser otro tema que va a ser criticado por los que siempre critican y dicen que es un juego y una burla. Pero la confianza de este instituto no se deriva de las posturas de cualquier consejería, sino de la fortaleza técnica de la estructura, eso siempre lo voy a validar y lo voy a respetar”.
Gil no quiere ponerse melodramático, pero el INE tal y como lo hemos conocido ha terminado. Lo que viene será otra cosa vergonzosa que nos regresará a los años setenta, si acaso. Si usted ha leído las declaraciones de la señora Taddei, compartirá esta opinión. Pésima noticia, pero no por eso menos real.
Todo es muy raro caracho, como diría Blaise Pascal: “El último paso de la razón consiste en reconocer que existe una infinidad de cosas que la superan”.
Gil s’en va