Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil dormitaba y soñaba con la inmortalidad del cangrejo. La realidad se interpuso entre sus sueños y la vida política; ah, qué monserga, ya no se puede tomar la siesta porque vienen los ejércitos de la noche y te acribillan. Una nota de Sara Pantoja en su revista Proceso informa que “tras una sesión de más de 26 horas seguidas llenas de gritos, acusaciones, actos dilatorios, violaciones normativas y hasta pasteles de cumpleaños en el pleno, el Congreso de la Ciudad de México aprobó, con 37 votos a favor y 19 en contra, el dictamen para reestructurar al Instituto Electoral de la Ciudad de México”. O sea, se jodió la bicicleta. Horas y horas de grilla, espasmos, gimoteos.
“En la sesión ordinaria del jueves 26, que se extendió hasta el viernes 27 de mayo, los legisladores votaron, primero en lo general y luego en lo particular con más de mil reservas, el dictamen por el que se reforma el Código de Instituciones y Procedimientos Electorales de la capital”. ¡Los diputados durmieron en el Congreso; no los maltraten, pobrecillos! En el pasado los diputados tenían fama de haraganes, inexplicable, incomprensible, dejémoslos reposar antes de que tomen sus decisiones. En el presente también, por cierto.
Desarmar
Gil entendió: se trataba de desmontar al Instituto Electoral de la Ciudad de México. Lo que Liópez ha soñado hacer con el INE, la Jefa de Gobierno lo logró con algunos obstáculos, y se lo llevó al Presidente: aquí le traigo este regalo. “Con el argumento de seguir la ‘Ley de Austeridad’, lo aprobado significará el ahorro de 52 millones 436 mil pesos al año debido a la eliminación o fusión de áreas operativas.”
Miren esto: despedirán a poco más de 100 empleados. La reestructuración (así le llaman) implica la eliminación de la Unidad Técnica Especializada de Fiscalización, encargada de observar el financiamiento a partidos políticos. Caramba qué casualidad que ya nadie fiscalizará a los partidos, su tarea la tomará la Comisión Ejecutiva de Asociaciones Políticas. También desaparecieron las comisiones de Igualdad de Género y Derechos Humanos para fusionarse con la de Educación Cívica y Construcción Ciudadana. La gimnasia con la magnesia. Así va la cosa.
La propuesta misteriosa
La iniciativa fue presentada ante la Comisión de Asuntos Político Electorales por el diputado de Morena, Carlos Hernández. Claudia Sheinbaum declaró: “Nosotros estamos de acuerdo con la propuesta. Es más, nosotros enviamos la propuesta, o no sé si la envió un diputado, ya no… pero estamos totalmente de acuerdo con la propuesta que se presentó”. Misterio: ¿quién mandó la propuesta? Ya, de verdad: ¿alguien sabe quién mandó la propuesta? ¿Fue Gilga?
El secretario de Gobierno, Martí Batres, subió a su cuenta de Twitter una foto de la reunión que tuvo con los presidentes del PAN, PRD, PRI, MC y PT locales quienes, dijo, “estuvieron de acuerdo en que hay gastos excesivos en el @iecm que se deben recortar”.
Los alrededores del recinto de Donceles y Allende, en el Centro Histórico, fueron blindados por cientos de policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana. “El pase de lista marcó quórum con 48 de los 66 diputados. Y desde entonces empezaron los dimes y diretes, los intentos de la oposición, en particular de los panistas Ricardo Rubio, Diego Garrido y Aníbal Cañez, por evitar la discusión de fondo y alargar el debate por “vicios de procedimiento”, por supuestos acuerdos que no lo eran, por la interpretación a modo de las normas, la petición de hacer un parlamento abierto, como lo solicitó el IECM, y hasta retirar el dictamen del orden del día.”
Gilga recuerda que un día leyó de estos métodos. A cada uno de los intentos, el presidente de la Mesa Directiva, Héctor Díaz Polanco, de Morena, tuvo una respuesta negativa que era secundada por aplausos de los morenistas. Los arrasamos porque los arrasamos.
Los legisladores de oposición tomaron la tribuna acompañados de carteles que acusaban “¡Traidores!”, “Verdugos de la democracia!”. Verdugos, gran palabra. Con 37 votos a favor, 19 en contra, quedó aprobado el dictamen. El instituto electoral ya no existe como se le conoció. Y Morena va.
Todo es muy raro, caracho, como diría Jaciento Benavente: “sólo temo a mis enemigos cuando empiezan a tener razón”.
Gil s’en va
Gil Gamés
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