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El INE no se toca

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  • Gerardo Torres Valdés

Las marchas del domingo pasado representaron un hito en la vida democrática de México, miles de mexicanos marcharon en distintas ciudades para defender al Instituto Nacional Electoral (INE) de la reforma electoral propuesta por el ejecutivo federal, que a todas luces es regresiva y vulnera el ejercicio de la democracia mexicana. 

El “plan B” de la reforma contempla una reducción sustantiva para el órgano electoral en materia presupuestal, así como la eliminación de 260 puestos administrativos y 300 juntas distritales que se encargan de organizar las elecciones locales y federales; de acuerdo con el INE cerca del 84.6% del personal del Servicio Nacional Electoral (SNE) se verá afectado; el SNE es el servicio civil de carrera de las personas que buscan realizar una carrera profesional de vida dentro del organismo electoral.

El Zócalo de la Ciudad de México estuvo a reventar, organizadores de la marcha dicen que 500,000 personas llenaron esta importante plaza, en tanto que, cifras del gobierno de la ciudad dieron cifras conservadoras de alrededor 90,000 asistentes; las primeras cifras parecen más creíbles que la segundas ya que también se llenaron calles adyacentes a la plaza. 

La marcha del domingo pasado sorprendió, sin duda, al bloque oficialista y al bloque opositor, nadie se esperaba tal respuesta de la ciudadanía. 

El INE es una institución del Estado mexicano que es motivo de orgullo nacional, una institución que tuvo como origen la lucha por cristalizar la democracia en el país. 

Hay que recordar que gran parte del siglo XX México vivió bajo el régimen de partido único cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernaba, a través de la Comisión Federal Electoral (CFE), a cargo de la Secretaría de Gobernación, se organizaban elecciones en las que casi siempre ganaba el PRI por la vía legal, empero, también, por la vía del fraude electoral.

Gracias al consenso y al trabajo entre partidos políticos, sociedad civil y ciudadanía se fundó en 1990 el Instituto Federal Electoral (IFE) con el objetivo de que un órgano electoral, ajeno al gobierno federal, organizara las elecciones. 

Después de 33 años podemos decir que el INE es una institución que ha cumplido su papel, que si bien es cierto ha tenido desaciertos, sobre todo la elección cuestionada de 2006, mayormente han sido sus aciertos. 

Gracias al organismo electoral la alternancia política en nuestro país es algo común, pero se corre el riesgo que ello no ocurra en próximas elecciones de aprobarse la reforma. 

El senado ya aprobó el plan b, solo falta que la reforma se publique en el Diario Oficial de la Federación para su puesta en marcha.

El INE, partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil han impugnado ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación la reforma electoral; es cuestión de esperar para que la Corte se pronuncie al respecto y vote dichas impugnaciones. 

Es probable que el máximo tribunal de impartición de justicia declare inconstitucional la reforma debido a que viola los principios de equidad y certeza.

Es menester que como ciudadanos defendamos al INE, este organismo le costó mucho a México, no se puede permitir que poderes fácticos o gobiernos transgredan el orden democrático. 

De implementarse esta reforma daríamos varios pasos atrás, el INE requiere de capital humano competente, requiere de un presupuesto que permita organizar elecciones. 

La reforma del presidente López Obrador atenta contra la vida interna de este organismo, como ciudadanos defendamos al INE, marchemos las veces que sea necesario, el INE no se toca.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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