El numero de exoplanetas (planetas girando alrededor de otra estrella diferente al Sol) descubiertos hasta hace pocos días, eran aproximadamente más de dos mil. En 1995 no se conocía la existencia comprobada de ninguno, pero ya se realizaban hipótesis de la existencia de estos cuerpos celeste por algunos investigadores, cuando observamos la bóveda celeste por las noches, lo que vemos es una gran cantidad de estrellas, ya que estas generan su propia luz en un proceso energético de grandes proporciones, y esa energía emitida en diferentes longitudes de onda nos permite conocer muchas de sus características como son su composición química, su temperatura, edad y distancia a la que se encuentran, pero, los planetas son cuerpos que no emiten luz propia, por lo que sumado a su tamaño los hace muy difíciles de detectar y estudiar.
Hace más de cuatrocientos años un personaje nacido en Dinamarca, con el cabello como Betelgeuse (estrella brillante del tipo supergigante roja. Se halla en la constelación de Orión y es la novena estrella más brillante en el cielo) y amante de la astronomía así como de la gastronomía, llamado Tycho Brahe, dedicó los últimos treinta años de su vida a la observación y registro de las estrellas, pero sobre todo del movimiento de los planetas. Su destino se vería entrelazado por los misteriosos hilos que mueven al universo, a la vida de una de las mentes más claras de esa época y así, iniciar los cimientos de la actual ciencia que nos llevó a comprender las leyes universales que rigen a los astros. Nacido en una humilde cabaña veinticinco años después que Tycho, en la Selva Negra alemana, un débil niño llamado, Johann Kepler.
Esto sucedía en 1600, en la ciudad de Praga donde Kepler comenzó a completar a la muerte de Tycho lo que este había iniciado treinta años antes, estableciendo la primera de sus leyes sobre el movimiento de los planetas al invertir tiempo en reconciliar las precisas observaciones obtenidas por Tycho del planeta Marte. Cuatrocientos años después, en 2013 el satélite artificial nombrado Kepler dejó de funcionar. Su principal instrumento es un telescopio que tenía como misión la búsqueda de planetas extrasolares, especialmente de aquellos similares a la Tierra en tamaño y que se encontraran en la llamada zona de habitabilidad de su estrella. Esta misión emulaba la tarea realizada por Tycho en el registro preciso de los planetas, la misión del telescopio era observar simultáneamente 150,000 estrellas analizando su brillo cada 30 minutos para detectar posibles tránsitos de planetas. (El paso de un planeta frente del disco de la estrella). Cuando estuvo funcionando la sonda, encontró un total de 2740 candidatos a exoplanetas en 69 sistemas solares. La aventura por encontrar planetas parecidos a la Tierra es muy emocionante, también involucra la posibilidad de la existencia de vida en estos planetas, para el 2018 se pretende poner en órbita el Telescopio Espacial James Webb, que estudiará la composición química de los exoplanetas descubiertos por el Kepler, lo cual será determinante para establecer su habitabilidad.
Hace miles de años, en los albores del hombre, cuando levantó su mirada a las estrella y se pregunto acerca de ellas, inició sin darse cuenta una curiosidad que ha llevado a diferentes personajes a través del tiempo a meditar sobre los misterios del cosmos: Aristarco, Ptolomeo, Copérnico, Tycho, Kepler, Galileo. Bruno, Newton… El hombre contemporáneo continúa esta curiosidad ayudado por los ingenios creados para este fin con las mismas inquietudes que nuestros antepasados de hace miles de años.
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