Los budistas creen que cada individuo tiene un potencial positivo ilimitado y la capacidad de mejorar su vida. A través de la práctica, las personas sienten mayor satisfacción, felicidad y la disposición para contribuir a la sociedad.
El budismo enseña que la Ley universal del Dharma (palabra sánscrita que significa religión o conducta piadosa correcta) rige el universo y que todos los entes vivientes están estrechamente conectados. Exhorta, además, que cada persona es responsable de determinar el rumbo de su vida. Un cambio de perspectiva o la transformación del corazón permiten cambiar la circunstancia propia y ajena.
El sacerdote budista Nichiren afirmó que la práctica de la entonación del Nam-myo Jo – Rengue -Kyo por una persona, conduce a la armonía del sujeto con el universo, consecuencia de lo cual el individuo puede disfrutar de mayor sabiduría, arrojo, fuerza vital y compasión.
La iluminación suele relacionarse con la práctica de la austeridad para lograr poderes extraordinarios ajenos a los seres comunes. Sin embargo, Nichiren Daishonin, postuló que el estado de Budeidad o iluminación, consiste en la fusión de la sabiduría intangible con la realidad justa, es decir, la comprensión total de las realidades de este mundo. No se trata de una meta que se alcanzará algún día. Se trata de un método práctico para construir un estado de felicidad inquebrantable y una vida de supremo valor, mientras se ayuda e inspira a otros a hacer lo mismo. La iluminación consiste en el desafío constante y diario y la renovación de la determinación de desarrollarse y de influenciar positivamente la vida de quienes nos rodean.
Para quienes viven en un torbellino de pretensiones, el desafío al cambio se convierte en una parte fundamental de la práctica budista. Daisaku Ikeda cree en el potencial positivo de los seres humanos, y en la coexistencia pacífica y armoniosa entre las personas y con el entorno. Está convencido de que el diálogo sostenido es capaz de eliminar las brechas que nos dividen. Cree que el cambio hacia un mundo mejor comienza de la transformación interior de un individuo, es decir, de su “revolución humana”.
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