A más de 27 años de creación del INE, y a más de 21 de la ciudadanización de sus cuerpos directivos, parece que en el interior del órgano comicial se mantienen prácticas de cuando era Comisión Federal Electoral, especialmente la partidización de sus estructuras.
Al menos eso es lo que ocurre en el Estado de México, donde se vive una regresión en este sentido.
Eso es lo que se puede deducir a partir de la sesión pública que tuvo antier el Consejo Local.
En los últimos años, en los consejos locales y distritales del INE se ha incrementado la presencia de militantes de partidos, especialmente del PRI, en órganos que formalmente debieran ser apartidistas.
A pesar de las pruebas de su militancia, los tribunales los han confirmado en sus cargos, con lo que han puesto en duda el principio de imparcialidad que debe caracterizar al órgano comicial.
Esta misma práctica se ha generalizando en otros cargos, como el de los supervisores y capacitadores asistentes electorales.
El asunto no es menor, porque ellos son los responsables de la integración y capacitación de funcionarios de mesas directivas de casilla, es decir serán responsables de recibir y contar los votos de la ciudadanía mexiquense, el próximo primero de julio.
Por lo tanto, es importante estar seguros de que las personas que realizan esta tarea lo hagan sin sesgos partidistas, como de hecho ocurre. Esta posibilidad aumenta en el caso de quienes son militantes.
Por eso la ley electoral prohíbe esa condición.
El asunto ya había sido advertido en el consejo local y en algunos consejos distritales, quienes en su momento votaron en contra de la disposición contenida en un manual, obviamente inferior a la ley.
Ante la resistencia de algunos, para aprobar tales prácticas, el vocal ejecutivo en la entidad, Joaquín Rubio, intimidó a ciertos consejeros locales y obligó a otros consejeros distritales para que aprobaran a capacitadores con militancia.
Le pareció más importante darles trabajo, que garantizar la imparcialidad del órgano electoral.
Es evidente que medidas como las aplicadas por el INE local refuerzan la imagen de que el árbitro electoral no es imparcial.
Si en un órgano comicial hay militantes en todos los niveles, desde consejeros hasta capacitadores, la percepción del sesgo partidario aumentará entre los electores.
Esto es algo que debe corregirse.
En caso contrario, es probable que se incremente la desconfianza ciudadana en los resultados del 1 de julio.