Para Amelia Lozano
Ha pasado un año de la megamarcha del 8 M que movilizó a las mujeres del país y da la impresión de que estos doce meses pasaron en balde. La violencia contra las mujeres no decreció, la agenda de sus derechos no ha avanzado y el confinamiento provocado por la pandemia disparó la violencia intrafamiliar.
La resistencia a modificar las estructuras de relación entre hombres y mujeres no se ha modificado, sean estas relaciones laborales, interacciones domésticas o la convivencia en el espacio público.
Una encuesta realizada por la empresa SIMO (Sistemas de Inteligencia y Mercados de Opinión), publicada ayer domingo por el diario, El País, en su edición mexicana, dibuja una realidad desalentadora para las mujeres del país. Mientras hay un alto reconocimiento de que la violencia contra las mujeres se ha incrementado en el último año, 72% de las mujeres y 63% de los hombres, así contestaron, al mismo tiempo, prevalecen creencias profundamente ancladas en la cultura patriarcal.
Por ejemplo, un 93% de las mujeres y un 83% de los hombres creen que “si un hombre maltrata a una mujer es porque ella se lo merece”. Un 67% de las mujeres y un 74% de los hombres creen que la violencia es un fenómeno de hogares pobres y un 57% de las mujeres y un 63% de los hombres, creen que una mujer con hijos “no debe salir a trabajar”. Estos son tres botones de muestra de que, además de ser un problema estructural, la violencia tiene un alto componente cultural.
En este contexto sucederá la marcha de hoy lunes, uno donde, por una parte, millones de mujeres, desde distintos frentes y enfoques, gritan ya basta y exigen un cambio, y otro donde, un porcentaje no menor sigue justificando conductas machistas.
Por otra parte, la realidad y los datos son apremiantes. El comportamiento de los feminicidios del año 2020 se mantuvo en los niveles del 2019. Pero esta realidad no penetra en la mente de quienes gobiernan este país. La respuesta a la situación de las mujeres se ha dado desde el orden de las consignas y la propaganda.
Inventaron que López Obrador es el presidente más feminista de la historia. Inventaron que Morena es feminista. Dijeron que el movimiento feminista está manipulado por la derecha y por “los conservadores”. Levantaron una valla alrededor de palacio nacional, para “proteger a las mujeres” y, además, dijeron que ser trata de un “muro de la paz”. Pero al mismo tiempo, López Obrador y Morena, mantienen a figuras como Feliz Salgado Macedonio. Recortaron los presupuestos para la mujer. Quitaron estancias infantiles. Dejaron sin tratamientos contra el cáncer a miles de mujeres.
La postura de López sería meramente anecdótica sino fuera porque en México el machismo y la violencia contra las mujeres es una epidemia social. Se ha dicho una y otra vez que las palabras cuentan, las palabras y los hechos que salen desde el palacio federal, minimizan el problema, lo trasladan a la lógica binaria básica de López Obrador, la cual consiste en reducirlo todo a están conmigo o están contra mí.
Hoy las mujeres, están contra él.