Jim Comey es director del Buró Federal de Investigaciones –FBI-, días antes de las elecciones en el país más demócrata del mundo envió al Congreso de aquella nación una carta para informar que investigaba más correos electrónicos relacionados con la candidata Hillary Clinton. Tres días antes de la elección, Comey envió otra misiva al para explicar que la candidata no estaba sujeta a ninguna pesquisa adicional.
El daño estaba hecho. Dramáticamente, en los días previos a los comicios, los encuestadores dieron a conocer que la popularidad de la ex Primera Dama había descendido hasta emparejarse casi con la de su rival. Por ello, Hillary Clinton culpa al FBI de su derrota.
Vale decir que Jim Comey es militante republicano y un primer vistazo permite suponer que utilizó toda la fuerza del organismo que dirige en contra de sus rivales. ¿Equidad en estas elecciones? ¿Probidad, ética del funcionario? Nadie, que se sepa, ha cuestionado eso. Hillary perdió y a otra cosa mariposa.
Las casas encuestadoras jugaron un papel interesante en este proceso. Años anteriores habían sido un reflejo de lo que querían los electores. Ahora sus mediciones fueron ridículas. ¿Qué falló? No tomaron en cuenta el factor "indecisión" que al final, ante los ataques a Clinton, inclinaron la balanza hacia Trump.
Pero también falló la metodología. Las encuestas ya mostraron su evidente fracaso. Cosa de recordar, también el Brexit británico y el plebiscito contra la guerra en Colombia.
De ahora en adelante habrá que tomarlas con mucha reserva, por no decir recelo, sobre todo aquellas que se realizan vía telefónica. El factor "indecisión" que afectó a los votantes estadunidenses, puede contaminar al espectro electoral mexicano.
Son dos lecciones que los mexicanos debemos tomar en cuenta para las dos elecciones más importantes en el país. La del gobernador del Estado de México en 2017 y la del Presidente de México en 2018.
No hace mucho, representantes de Morena, PRD y PAN, presentaron una queja ante el Instituto Electoral del Estado de México, por el presunto "uso electorero" de los programas sociales y lo hicieron como si en sus cotos partidistas estuvieran limpios, como si la ética, la probidad, la honradez, hubiera maculado su actuación frente al poder.
Cosa de recordar a Andrés Manuel López Obrador y su pensión para viejitos, que luego fue retomada por Felipe Calderón Hinojosa. Pero así se comporta la oposición en México, grita y denuncia cuando pierde. Calla cuando gana.
No hay mejor calificativo que el enunciado por Rudolf Giuliani, personaje cercano a Trump: "son unos bebés llorones", dijo al referirse a quienes manifestaban su repudio al presidente electo.