Avanzamos en noviembre y el instante de los monstruos y los muertos se ha ido.
Pero Mina ha quedado expuesta en una habitación, sola, mientras Jonathan, el Dr. Van Helsing y otros buscan las cajas de tierra donde Drácula descansa.
No se han dado cuenta de que el conde de Transilvania los ha dejado entrar en su morada para darse a la misión en su nuevo reino: transformar mujeres decentes en mujeres lascivas.
Mina no sabe lo que le ha sucedido en la siguiente escena.
Piensa que fue solo un sueño. Pero ustedes, lectores, juzgarán por sí mismos. Escribe en su diario el 1 de octubre:
“El aire a mi alrededor se volvió pesado, y húmedo, y frío. Me desvelé el rostro y descubrí, para mi sorpresa, que me rodeaba una densa oscuridad.
La luz de gas que había dejado encendida para Jonathan era apenas un pequeño destello entre la niebla, que se había hecho más densa, invadiendo el interior de la recámara.
Creí que debía cerrar la ventana antes de dormir, pero una plúmbea letargia parecía encadenar cada uno de mis miembros y hasta mi voluntad.
Cerré los ojos, mas seguía viendo a través de los párpados.
La neblina se hizo más densa todavía, y pude ver cómo se filtraba en el cuarto.
Era como humo o como la energía blanca del agua hirviendo, que entraba no por la ventana, sino a través de las junturas de la puerta.
Aumentó su densidad y formó un pilar de nubes allí en el dormitorio.
En la parte superior distinguí la flama de la lámpara de gas, que brillaba como un ojo enrojecido.
Mi pensamiento empezó a dar vueltas cuando la columna de nubes se arremolinó.
Fue entonces que vinieron a mí las palabras de la santa escritura: “una columna de nubes durante el día, y de fuego por la noche”.
¿De verdad estaba llegando a mí una revelación espiritual a través del sueño?
Y es que la columna estaba formada por el día y por la noche, ya que el fuego se encontraba en el ojo escarlata, el cual me había inducido una nueva fascinación.
El fuego empezó a dividirse y a través de la niebla destelló como los ojos de un color encarnado, tal como Lucy me había dicho ver la luz agonizante de la tarde en los vitrales de la iglesia de Santa María.
De pronto, se apoderó de mí el horror al recordar que Jonathan había visto así aparecer a las mujeres espantosas, materializándose en la bruma arremolinada de la luz lunar.
En mi sueño debí haberme desmayado, pues todo se volvió una penumbra espesa.”
¿Qué le sucedió a Mina?, nos preguntamos ahora.
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