El monstruo se encuentra en Londres, protegido por el anonimato de la urbe y por los oscuros poderes de su estirpe, “the Un-Dead”, aquellos que no mueren. Algunos lo han visto bajo la forma de un lobo, una rata o un murciélago.
Poseyó a Lucy Westenra, amiga de Mina Murray, ahora esposa de Jonathan Harker, el abogado que estuvo preso en Transilvania y que las hermanas infernales intentaron hacer suyo.
Pero Mina y Jonathan no sabían que Lucy atravesaba los umbrales entre los vivos y los que nunca mueren. Recién casados y de regreso en Londres, caminaban por Picadilly, acaso pensando que aquellas experiencias tenebrosas eran parte del pasado.
Mina escribió en su diario:
“Jonathan me cogía del brazo. Yo observaba a una chica muy hermosa que llevaba un amplio sombrero redondo y que estaba sentada en un carruaje afuera de Giuliano, cuando Jonathan me apretó con tanta fuerza que me lastimó. Dijo con angustia: “¡Dios mío!”.
Siempre me preocupo por Jonathan, así que torné la cabeza inmediatamente y le pregunté qué le pasaba.
Estaba pálido y sus ojos parecían salirse de sus cuencas, mitad aterrorizados, mitad en asombro. Veía a un hombre alto y delgado, de nariz afilada, bigote negro y barba puntiaguda, quien observaba a la hermosa chica del carruaje.
La veía con tanta intensidad y atención que no se dio cuenta de que estábamos allí. Pude ver al hombre con detenimiento.
No había gracia en su rostro. Era burdo y cruel, aunque también sensual. Sus dientes largos y blanquecinos, que contrastaban con sus labios intensamente carmesí, sobresalían puntiagudos como los de un animal. El hombre parecía obsceno y feroz.
Le pregunté a Jonathan qué le molestaba, y me respondió con esa actitud de los que piensan que uno sabe lo que está pasando. Me dijo: “¿Qué no sabes quién es?”.
“No, querido mío”, le respondí. “No lo conozco. ¿Quién es?”. Su respuesta me sacudió y me llenó de escalofríos. “Es el hombre en carne y hueso”, me dijo.
El hombre aquel no había quitado los ojos de la chica, ni siquiera cuando su coche avanzó. Entonces caminó en la misma dirección y llamó a un coche.
Jonathan continuó observando y dijo como para sí mismo: “Creo que es el conde, pero se ha vuelto un hombre joven. Dios mío, ¿es esto real? ¡Oh, Dios mío! ¡Si tan solo lo hubiera imaginado!””.
Estas fueron las palabras de Mina Harker en su diario. Suponemos que su esposo ahora teme por ella, pues el monstruo ronda la ciudad y busca mujeres hermosas.