Política

Malentendidos

Escuchar audio
00:00 / 00:00
audio-waveform
volumen-full volumen-medium volumen-low volumen-mute
Escuchar audio
00:00 / 00:00

Los simpatizantes de un partido político, de un gobierno, tienden a exagerar en los elogios. Es natural. Procuran subrayar los méritos, disimular u ocultar los defectos. Extrañamente, en el caso del Movimiento de Regeneración Nacional sucede que se aplauda al gobierno por cosas que no ha hecho ni ha tenido intención de hacer, y que se pasen por alto los propósitos declarados, públicos. René Delgado hace unos días hacía el elogio del gobierno en estos términos: “No es poca cosa el restablecimiento de fronteras entre Estado y mercado, política y economía, derechos y privilegios, uso y abuso del poder, gasto y derroche, negociación y transa”. Poca cosa o no, en todo caso no es lo que se ha intentado en estos años.

Separar Estado y mercado, política y economía, es una de las premisas fundamentales del programa neoliberal: dejar que el mercado funcione sin interferencias, sobre todo sin interferencia de la política (la definición de Louis Rougier: “El libre funcionamiento del mecanismo de los precios”). Exactamente lo contrario de lo que ha hecho el regeneracionismo en el gobierno, desde el primer día, de manera consistente —y muy eficaz, por cierto. El propósito abierto, declarado, ha sido siempre politizar los mercados: el mercado energético, el laboral, el mercado agrícola o el del gas para consumo doméstico. Se trata de controlar los precios, limitar el sistema de competencia, subsidiar a unos u otros. Eso a uno le puede parecer bien o mal, podemos tener distintas opiniones, pero no distintos hechos. No se han separado la política y la economía: al contrario, se intenta de manera consistente intervenir políticamente en la economía.

Otra cosa es la presunta frontera entre uso y abuso del poder. Aquí el malentendido es grave. En lo que se refiere al ejercicio del poder, el propósito central y casi único del regeneracionismo ha sido la concentración del poder en el Ejecutivo Federal, en detrimento de todos los demás, mediante la supresión de instrumentos de control, auditoría, restricciones técnicas, órganos autónomos, todo el exoesqueleto del Estado creado en los últimos 30 años. Otra vez: a uno le gustará o no, pero todo ese aparato se construyó para poner una frontera entre uso y abuso del poder. Y en lo único que está claro el programa político de la regeneración es en el propósito de desmantelar ese conjunto de instituciones. El resultado es que aumente la arbitrariedad, sobre todo en los escalones más bajos en la jerarquía.

El problema en este caso no es la honestidad personal de los miembros del gobierno, sino el margen para abusar del poder de todos los demás funcionarios. Dicho en una frase: la desinstitucionalización aumenta la autonomía de los mandos medios, de los funcionarios de calle o de trato directo con la gente, policías, soldados, que saben que están protegidos, y que no hay recursos de vigilancia ajenos.

El gran poder incontestado del Presidente y el bandidaje de policías, soldados y burócratas es una misma cosa. Así era el orden del PRI —habrá quien lo recuerde. A unos les gustará, a otros no, pero más vale tenerlo claro.

Fernando Escalante Gonzalbo

Google news logo
Síguenos en
Fernando Escalante Gonzalbo
  • Fernando Escalante Gonzalbo
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.