Fue un gran ejemplo de cómo usar la fama, influencia y presencia en busca de un mundo mejor. El cine independiente fue su ámbito principal de contribución para el arte, entre otras iniciativas para las diversas manifestaciones culturales: creó el Instituto Sundance y el festival de mismo nombre, primero llamado de Utah en 1978 y después conocido como su inolvidable personaje, abriendo un espacio fundamental para realizadores cuyas películas difícilmente podrían alcanzar las carteleras habituales. Fue un decidido defensor del medio ambiente y un luchador contra el cambio climático, e integró cine y activismo ecológico vía su organización, el centro Redford; además contribuyó a fortalecer los derechos de los nativos norteamericanos y de la comunidad LGBTQIA+.
Detrás de cámaras
Debutó como realizador con Gente como uno (Ordinary People, 1980) sensible drama basado en la novela de Judith Guest, en la que una familia acomodada tiene que enfrentar la muerte accidental del hijo mayor y el intento de suicidio del menor por culpa, con los conflictos inherentes del caso: Redford sorprendió por su capacidad para la dirección del reparto actoral, conformado por Timothy Hutton, Mary Tyler Moore, Donald Sutherland y Judd Hirsch, entre otros, además de mantener un pulso narrativo que permite profundizar en las relaciones interpersonales. Regresó tras cámaras con una adaptación de la novela de John Nichols, El secreto de Milagro (The Milagro Beanfield War, 1988), centrada en el hoy conocido fenómeno de la gentrificación cual despojo forzado, donde un grupo de desarrolladores pretenden construir un recinto vacacional, campo de golf incluido, ante la defensa de los agricultores del pueblo de Nuevo México en cuestión; las interpretaciones de Rubén Blades y Sonia Braga, enfrentando a Ladd Devine, le dieron fuerza a este filme de orientación crítica.
Volvió a los complejos vínculos paterno-filiales con Nada es para siempre (A River Runs Through It, 1992), en donde presenta a un inflexible reverendo (Tom Skerritt) en relación con sus dos hijos (Brad Pitt y Craig Sheffer), de diferentes carácteres que transitan entre la rebelión y la obediencia, el estudio y la bohemia, durante los años que van de la I Guerra Mundial a la Gran Depresión: nuevamente puso de manifiesto su capacidad para construir situaciones genuinamente dramáticas en el entorno familiar. Siguió con la notable Quiz Show - El dilema (1994), centrándose en los amaños del concurso Twenty One de la NBC durante los años cincuenta y en la que curiosamente dirigió al maestro Martin Scorsese, mientras que los papeles principales fueron asumidos con plena convicción por John Turturro, Ralph Fiennes y Rob Morrow como el escritor cercano a la política, Richard N. Goodwin, de cuyas memorias se basa este film cargado de tensión y revelaciones detrás de los supuestamente limpios concursos televisivos: quizá fue su mejor película.
En El señor de los caballos (The Horse Whisperer, 1998) también fungió como protagonista, interpretando a un especialista en tratar con los equinos desde las emociones: acá es contratado por una madre (Kristin Scott-Thomas) que busca ayudar a su hija puberta (una joven Scarlett Johansson) y a su caballo, justamente, para recuperarse después de un accidente; complementan el reparto de esta historia íntima en clave de western, conflictos amorosos incluidos, Sam Neill, Chris Cooper, Dianne Wiest, Kate Bosworth y Cherry Jones. Por su parte, Leyendas de vida (The Legend of Bagger Vance, 2000), mezcló sin mucho éxito filosofía de la India y drama deportivo, quedándose en la superficie, sobre todo considerando el contexto racial de la década de los treintas: Will Smith y Matt Damon encarnaron al mágico caddie que acompaña al golfista que regresa al campo, respectivamente. Acaso lo más recordado fue que Jack Lemmon y Lane Smith entregaron sus últimas apariciones.
Un proyecto largamente anhelado por fin vio la luz: se trató de Leones por corderos (2007), en donde junto con Meryl Streep, Tom Cruise y un debutante Andrew Garfield, formó parte del elenco en este drama bélico que retoma una mirada crítica hacia el gobierno de Estados Unidos y su participación en las guerras de Medio Oriente; el guion escrito por entrelaza a un profesor y sus estudiantes, algunos alistándose para pelear en Afganistán, con un senador ambicioso y una periodista cuestionadora. Siguió en la tesitura política con la funcional El conspirador (2010), alrededor de la acusación que Mary Surratt (Robin Wright) recibió como cómplice del asesinato de Lincoln, y con Company You Keep (2012), interpretando a un ex activista de Weather Underground cuya identidad es develada tras 30 años de pasar desapercibido. Su último trabajo como director fue un segmento de Cathedrals of Culture (2014), filme en el que seis realizadores le dieron voz a sendos edificios o construcciones.
En la producción
Además de fungir como productor de filmes que él mismo dirigió o interpretó, colaboró con otras películas en el rol de, sobre todo, productor ejecutivo, como en el documental Yosemite: The Fate of Heaven (Else, 1989), en el que también fue narrador; en Incident at Oglala (Apted, 1992), que recupera el tiroteo en la reserva de Pine Ridge de 1975; apoyó al realizador carioca Walter Salles en Estación Central de Brasil (1998) y Diarios de Motocicleta (2004); también le brindó soporte a Edward Burns en la comedia romántica Ella es (1996) y en el drama No Looking Back (1998), entre otros filmes de carácter documental o para la televisión.
Entre otros filmes de orientación ecológica le brindó soporte a The Unforeseen (Dunn, 2007), acerca de la intervención humana en el medio ambiente de una zona de Texas, y vinculados con la cultura musical estadounidense, presentó Out of the Many, the One (2015) y American Epic (2017), ambos documentales de Bernard Mcmahon; participó en The Mustang (Clermont-Tonnerre, 2019), sobre la terapia para convictos con caballos; en Public Trust (Byars, 2020), filme sobre el abuso de los poderoso para apoderarse de las tierras públicas y en All Illusions Must Be Broken (Dunn y Sewell, 2024), siguiendo las ideas del antropólogo cultural Ernest Becker alrededor de la mortalidad humana y sus resistencias.
También se desempeñó como productor ejecutivo de las series Dark Winds (Roland, 2022 - ), thriller policiaco en la nación navaja durante los setentas; Death Row Stories (2014-2020), en clave documental con Clive Stafford Smith y Susan Sarandon, entre otras participaciones; American Epic (2015-2017), sobre la recuperación de la música estadounidense de la década de los 20’s del siglo pasado, en la que también fue narrador; Ocean Warriors (2016), dándole lugar a los luchadores por preservar estos hábitats; The American West (2016), recuperando historias clásicas de la región; Chicagoland (2014), iluminando la ciudad y el documental Iconoclasts (2005-2012), en el que personalidades creativas de diferentes campos conversan sobre sus aportaciones.