Cultura

Pixar y Marvel: signos de vida ante el agotamiento creativo

Fueron dominantes en sus respectivos segmentos pero han venido a la baja, tanto en relevancia como creatividad, sobre todo acusando el desgaste del cine mainstream de superhéroes, cada vez más formulaico, y renunciando al riesgo, en particular en el caso de la productora de animación, recurriendo a secuelas o guiones demasiado tratados para no fallar, pero tampoco para alcanzar a sorprender, como habitualmente lo conseguían. Mejores apuestas de animación y de superhéroes se pueden observar en las alternativas de series televisivas.

En el caso de las películas del Universo Marvel, el agotamiento ha sido lento pero constante, incluso para los fans habituales: sobre todo desde la llamada fase 4, fuera de Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos (Daniel Cretton, 2021) y de la serie WandaVision (Schaeffer, 2021); la crisis creativa se acentuó y profundizó en la siguiente fase, salvo Guardianes de la Galaxia Vol. 3 (Gunn, 2023). Por su parte, en Pixar lleva una década sin poder producir alguna cinta de alta repercusión, acaso desde Intensamente (Docter & Del Carmen, 2015), apostando a lo seguro por segundas, terceras y hasta cuartas partes, así como historias asentadas en algún país recuperando rasgos culturales o fantasías pasables con tintes aleccionadores.

Sucede que de donde menos se espera, puede haber signos de recuperación. En el caso de la factoría comiquera, Thunderbolts* (EU-Australia-Canadá, 2025) resulta una grata sorpresa, sobre todo por el enfático tono perdedor de sus integrantes –que de pronto se opaca con las secuencias cansinas de heroísmo– y por las figuras antagonistas, tanto el atormentado Sentry/Bob, con todo su dualismo al estilo Gollum, aunque en vertiente apocalíptica (Lewis Pullman, jugando con los matices), como la manipuladora mandamás que juega con fuego hasta casi quemarse (Julia Louis-Dreyfus, siempre gozando el momento), presionada por un insistente congresista (Wendell Pierce) y dubitativamente apoyada tanto por su asistente (Geraldine Viswanathan), como por Holt (Chris Bauer).

Dirigida con el desparpajo necesario por el también realizador televisivo Jake Schreier (Ciudades de papel, 2015; Un amigo para Frank, 2012), la nueva apuesta de Marvel, que esperemos no termine siendo los Avengers serie B, se apoya en personajes con mayor carga de ambigüedad, incluyendo sus pasados oscuros y difíciles que habitan espacios dolorosos, junto con su desalentador presente con escaso sentido: los toques de humor, sobre todo cuando se critican unos a otros, funcionan en contraste con ese experimento fallido, como suele ser, del superhombre al fin esquizofrénico que no sabe controlar sus miedos más profundos, cual Frankenstein comiquero vuelto sombrío Doctor Manhattan; no faltan las secuencias, sin abusar, características de blockbuster, un score medidamente funcional de Son Lux y el par de secuencias post créditos.

Deslizada a partir de un guion de Pearson/Calo/Busiek que funciona mucho mejor en su vertiente de comedia negra que cuando se pone solemne o con enfoque heroico, la cinta sigue a un grupo de extraviados, deprimidos y desechables héroes en caída permanente, víctimas de una conflagración para ser eliminados, conformado por Yelena Belova (Florence Pugh, arrojada) y su padre, el Guardián Rojo (David Harbour, en clave anacrónica-cómica); el Soldado del invierno ahora como Bucky Barnes, incursionando en la política (Sebastian Stan, cual hombre diferente); Fantasma (Hannah John-Kamen, evaporada); Taskmaster (Olga Kurylenko, efímera) y el fallido e insufrible Capitán América John Walker (Wyatt Russell, sabelotodo vulnerable). Si bien no es la gran película de Marvel, al menos destaca entre el mar de mediocridad en el que estaba (¿está?) sumergida la compañía.

Por lo que toca a Pixar, una miniserie es la que ha terminado dando la cara por la empresa: se trata de Ganes o pierdas (EU, 2025), conformada por ocho capítulos con sendos protagonistas, alrededor de un equipo de secundaria de softball que se encuentra en proceso para llegar al partido de campeonato: la insegura hija del entrenador; el solitario árbitro y sus tribulaciones como maestro; la jardinera estrella; la madre soltera de selfie pronta; la aventura de la hermana menor de una jugadora; el pitcher estelar; la nueva integrante presentada sutilmente como una adolescente transgénero, con papá sobre exigente, y el entrenador, con todo y su paciente liderazgo contextual.

Realizada por la animadora Carrie Hobson, el guionista Bob Peterson y la escritora, productora y diseñadora Michael Yates, la serie consigue construir personajes cercanos, tanto los jóvenes como los adultos, que además de su vínculo con el equipo, cargan con varios asuntos por resolver, representados ingeniosamente a través del recurso de la fantasía y por medio de estilos diversos de animación, brindando una mayor amplitud de miras y ahondando en sus problemáticas, nunca del todo resueltas y más bien en proceso de complejizarse. Se extrañaba este Pixar.


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Fernando Cuevas
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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