Cultura

French 79: el vuelo del ángel adolescente

La sofisticación, sutileza e interculturalidad son rasgos de la electrónica gala, siempre al cuidado del detalle armónico y de la creación de atmósferas distinguidas e intrigantes, como las que proponía Jean-Michel Jarre desde los setentas del siglo pasado con el referente clásico de los enormes faros impresionistas e innovadores conocidos como Claude Debussy y Erik Satie; vinieron los DJ’s a finales de los ochenta, como Laurent Garnier y Bob Sinclair para empezar a darle forma al llamado toque francés, consolidándose en los noventa con bandas de alcance global: Air, Daft Punk, Motorbass y Cassius, entre otras. Para el siglo XXI, propuestas como las de Justice, Rone, Thylacine, Superpoze, Joris Delacroix, The Blaze y NTO, por mencionar algunas, han mantenido la enriquecida tradición de los distintos subgéneros desde la estética francesa, del house al dance y de ahí al techno con lances progresivos.

En esta vertiente se encuentra bien posicionado French 79, nombre coctelero asumido por Simon Henner (1979), quien empezó a estudiar música desde los seis años en Épinal, en los Vosgos, y tras tocar la batería en algunas bandas, se fue a Marsella, donde se introdujo en la composición para anuncios publicitarios y se integró a los grupos Naser y Husbands. Grabó el EP Angel (2014), conformado por cinco cortes que a lo largo de media hora sentaron las bases estilísticas del compositor, entre la creación de atmósferas envolventes y la incorporación rítmica que el mismo pulso cardiaco parece predecir y su Lovin’ Feeling (2016), compuesto por remezclas del corte titular, como probando diversas combinaciones sonoras para tratar de entender el misterioso sentimiento, siempre sorpresivo.

Olympic (2016), su primer largo, abrió con Between the Buttons, incluido en el anterior EP, y que señala esa tendencia a combinar la tradición de los teclados con oleajes innovadores, recordando esos tiempos dorados incluso después de la fiesta cuando incluso se percibe la luna invisible, con todo y vocalizaciones elásticas, como la de Sarah Rebecca en Diamonds Veins, que ceden a esa caída de gotas de agua que parecen tener una rítmica natural, implacable; se incluye también una de las versiones de Lovin’ Feeling en complicidad con su grupo, Kid Francescoli, que convive con un pausado descenso al valle del vértigo, paradójicamente, para acabar en un panteón iluminado por luces incandescentes.

Con sus cascadas de teclados, Joshua (2019), así nombrado en honor de la computadora de la película War Games (Badham, 1983), busca remedios efectivos de abrazos sinceros, justo cuando se manda el código cero para acelerar el ritmo y ponernos de pie: ahí están el corte titular y Hometown, que en efecto se siente como un regreso al terruño para celebrarlo a partir de esa reconfortante rítmica, vuelta espacial y cósmica en Quartz, justo para alcanzar a tocar las estrellas con la voz, nuevamente, de Sarah Rebecca. No faltan las oscilaciones acuáticas de 4807 que conducen la navegación por ríos de corrientes cambiantes, acaso buscando algún remedio o el encuentro con Louise and Thelma lanzándose al vacío.

Junto con Fred Nevché, estampó The Unreal Story of Lou Reed (2021), homenaje al gran rockero vanguardista primero con The Velvet Underground y después vía trayecto en solitario, anunciando el día perfecto que nunca termina por aparecer; abre el disco La responsabilité des rêves en clave instrumental, entrometiéndose en los mundos oníricos para cumplir con repasos entre poéticos y biográficos. Después compondría una reinterpretación de Gnossienne No. 5, ni más ni menos, de Satie; colaboró con NTO y en un remix de Drive (Winding Refn , 2011), el filme musicalizado por Cliff Martinez.

Sobre Teenagers (2023), su tercer largo, comentó: “la diferencia con los otros álbumes es que yo fui a grabar muchas cosas al estudio de Jean-Michel Jarre. Me entregó las llaves de su estudio y fue un momento mágico para mí porque pude tocar la historia de la música. Hay tantos instrumentos que han marcado la historia de la música electrónica en su estudio, fue muy inspirador y bastante increíble. También tuve la oportunidad de mezclar mi disco en los estudios Miraval, que es un estudio mítico de los años 70 donde Pink Floyd, AC/DC y tantos otros venían a grabar” (https://djculturemag.com/entrevista-exclusiva-a-french-79/).

Y el disco es, en efecto, un viaje por esa etapa de la vida en la que se ondean banderas multicolores, se dedican canciones a la persona amada, con ese romanticismo aún conservando cierta gracia, y se camina por Marte, entre el extrañamiento y la necesidad de aventuras liberadoras, aunque sean gélidas y rocosas. Los teclados transitan de una textura burbujeante a otras más inasibles, siguiendo patrones rítmicos que se entrometen en las propias memorias, junto con las vocales integradas a las escalas ascendentes, siempre conservando una elegancia tímbrica. Vendría después el vaporoso y sensible soundtrack para Sur un Fil (Kateb, 2024), acompañando a la joven artista callejera en su incursión por los hospitales para brindar apoyo a los enfermos: Electronic Ending cierra el álbum, acaso anunciando nuevos comienzos.


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Fernando Cuevas
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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